domingo, 29 de abril de 2012

El conflicto como fuente de enriquecimiento personal, profesional y organizacional


Durante muchos años consideré el conflicto como algo nocivo, fuente de malestar y peligro, quizás por vivir en un círculo en el que este era constante y la única manera de salir adelante, para un niño y adolescente, fuese evitarlo, aunque visto con la retrospectiva del tiempo, me doy cuenta de que la única manera de haber acabado con aquello, hubiera sido afrontarlo con todas sus consecuencias.

Es cierto, nuestros filtros mentales, nuestras experiencias, nos marcan, muchas veces de forma inconsciente, hasta que somos capaces de tomar conciencia de ello y, a partir de ahí, iniciar la transformación, algo que ocurre tanto en las personas como en las organizaciones.

La homogeneidad continuada, la ausencia de discrepancia, nos lleva a una armonía artificial de la cual difícilmente puede salir riqueza. No existen sistemas de ningún tipo que estén en homeostasis continuada, algo que se ve reflejado en el propio sistema solar con la desaparición de unas estrellas, la aparición de otras, la aparición de meteoritos y tantas otras.

Pensamos de un modo distinto, actuamos de una forma diferente porque nuestras creencias, nuestros valores y nuestras percepciones, son notablemente distintas. Si nos quedamos únicamente con nuestra percepción, impuesta sobre otros, no generamos más que resignación, recelo y posiblemente odio, es por ello que una exposición, tranquila o acalorada, templada o vehemente, da lugar a un arco iris de diversidad difícilmente igualable.

Vemos organizaciones que se enorgullecen de esa inexistencia de discrepancias, donde todo es, en superficie, un mar en calma, todo es políticamente correcto….al menos en apariencia, porque en las profundidades de la misma, lo que se está gestando es un auténtico tsunami que, en un momento u otro, aflorará en la superficie llevándose por delante lo que sea necesario. Organizaciones en las que la innovación suele brillar por su ausencia, en las que la jerarquía es la única fuente de comunicación, en las que el error es un fracaso y no un aprendizaje.

Cuando expreso mi discrepancia, doy ocasión al otro de saber mi sensación, mi perspectiva, como es posible el sentido inverso, evitando las presuposiciones, alimentando el conocimiento mutuo y la confianza.

Estar abierto a otras corrientes de opinión, a otros ángulos de percepción, no solo es higiénico si no que es tremendamente enriquecedor. Tomemos el tiempo para despersonalizar, para estar con la mente del aprendiz, abierta y absorbente como una esponja, para debatir desde la capacidad de recibir lo desconocido sin temor, si no con la ilusión del nuevo manjar.

Hablo del conflicto creativo, no del conflicto destructor, del que permite el crecimiento y no la aniquilación, ¿te animas a intentarlo?

miércoles, 25 de abril de 2012

EL ÉXITO ERES TÚ (XII)


CAPITULO II

 Viviendo el éxito (VIII)
 - Montserrat se sentó con ellos para charlar un rato, así que la conversación quedó interrumpida un buen rato y charlaron de los pixapins, tal y como se conoce a los urbanitas de Barcelona, de la vida con la Tramontana, de la belleza de la Costa Brava y de su viudedad temprana - y tu, Juan Carlos, ¿a qué te dedicas? – a lo que Juan Carlos aprovechó para zafarse del flirteo – Administro los negocios de la familia de mi mujer en Sevilla, algo de cría de caballos, un pequeño hostal en el Barrio de la Santa Cruz y algunos pisos de alquiler.

- Montserrat puso cara de circunstancias y alegó algo en la cocina para escapar, todo y que Juan Carlos le puso una salida muy digna con su explicación –

La comida transcurrió ahora en franca camaradería, con carcajadas abundantes y anécdotas de sus épocas de estudiantes. Llegó el postre, un music, con su vino de misa para acompañar los frutos secos.

El viento había amainado y ya no era más que una brisa agradable de primavera con un día completamente despejado y acogedor, aunque un tanto frío.

¿Qué te parece si paseamos un rato por el camino de ronda hasta el pueblo de al lado? - propuso Pedro-  son las 3 y media y hay que bajar estos canelones como sea.

Hecho, pero sigue contándome.

Bien, tal como te decía, fui a comer con Marga a aquel restaurante y sin saber porqué, empecé a llorar como un poseso; todo el desapego hacia mi familia se me volvió en contra en aquel momento y percibí una emoción muy intensa en mi interior; piensa que no podía parar de llorar, así que Marga pagó y nos fuimos de allí, me metió en su coche y me llevó a casa.

No recuerdo mucho de aquel rato, aunque sí que me estiró en la cama y me tapó con una manta, vestido como estaba.

Y ahí es donde empezaron mis sueños, mis sueños salvadores, por otra parte.

Me dormí enseguida en un sueño que recuerdo como muy movido pero, en un momento dado, todo se volvió placidez. Fue como si me levantara y me sentara en una de las butacas de la sala, teniendo en la otra, ¿sabes a quién?

¿A quién? –preguntó Juan Carlos siguiéndole el juego

A mi mismo. Intentaré reproducirte la conversación que tuve conmigo mismo y que se ha repetido en distintas ocasiones, como te iré contando.

Ese otro yo, me preguntó si estaba satisfecho con mi vida

Sí – le dije -; tengo 32 años y el éxito que cualquier persona normal querría tener, el que me enseñaron cuando era pequeño, y todo lo he conseguido por mí mismo.

¿Qué éxito?

El profesional, el que ha permitido que mis hijas vayan a buenos colegios y mi mujer se pueda dedicar a las niñas, el que me ha hecho la envidia de mis amigos y el orgullo de mis padres

¿Y tu?, ¿Qué has sacado tu?

Y ahí, algo se rompió en mi interior y las lágrimas volvieron sin que pudiera evitarlo; caray Juan Carlos!, de verdad que no podía parar.

No sé lo que he sacado, le dije, la fama, el dinero, la estabilidad, el respeto

¿Respeto?, ¿de quién?

De la gente en general, de mis compañeros, de mis jefes, de mis subordinados, de mis amigos, de mis vecinos

¿Y de ti?, ¿también lo obtuviste de ti?

¿A que te refieres?, le dije sin entender del todo su pregunta, pero el silencio se hizo entre nosotros y yo me ponía cada vez más nervioso, hasta que, al cabo de unos dos o tres minutos, volvió a preguntar

¿Qué es lo que no quieres ver?

No lo sé, de verdad, aunque creo que sé por donde vas

¿Y?

Me siento vacío, me siento estafado, me siento pobre, me siento solo, dije con la voz rota

¿Qué más es lo que sientes?

Dolor, frustración, desencanto, tristeza. Un nudo estaba dentro de mi cuello como si fuera una pelota, créeme.

Háblame de esa tristeza

No lo sé identificar del todo, es como si hubiera tenido un globo lleno de aire cada vez más y más grande y, de golpe, viera que no sirve para nada

¿para nada?

No, si no lo puedo compartir con los míos, con mis chicas

Y, ¿cómo es esa ausencia de compartir?

Es el vacío, la noche oscura.

¿Qué es lo que quieres Pedro?, ¿Qué es realmente importante para ti ahora?

No lo sé, de verdad, pero tengo claro que Ana y las niñas son mi primera prioridad

Estate tranquilo Pedro, sabrás encontrar la salida. Eres muy grande, solo tienes que darte permiso para verlo.

domingo, 22 de abril de 2012

EL ÉXITO ERES TÚ (XI)


CAPITULO II

 Viviendo el éxito (VII)

Aquel día sentí que algo había cambiado entre Ana y yo; el beso de bienvenida fue un beso frío, sin amor, girando la cara para evitar que la besara, como siempre, en los labios. En ese momento supe que algo iba a cambiar en mi vida, aunque mi soberbia aún me hizo pensar que, si era así, ella se lo perdía.

La cena, en la cocina, como de costumbre, no tuvo la calidez de antaño, cuando llegamos a Madrid, en que encendíamos velas para cenar en la diminuta sala de nuestro apartamento, nos besábamos a todas horas y siempre había un guiño de complicidad en nuestras miradas, una comprensión sin palabras, unos silencios trenzados de amor que no pedían palabras si no, simplemente, estar juntos.

Pedro, Ayer nos traicionaste, traicionaste a Ana, a Cata y a mi, como vienes haciendo desde hace demasiado tiempo, me dijo Ana, lo recuerdo como si fuera ahora, aunque en aquel momento no le dí demasiada importancia.

Yo argumenté la importancia de mi trabajo, los esfuerzos que estaba haciendo porque no les faltara de nada, porque pudieran tener una casa confortable, un colegio privado, un club social, y Ana me dejó hablar y hablar. Es el recuerdo más nítido que tengo, el de hablar sin parar y ella mirarme con una mirada vacía, cansada ¡no!, extenuada más bien.

Dos horas después, se levantó y me dijo que volvían al día siguiente a Barcelona. Había hablado con sus padres y le harían un sitio hasta que encontrara un apartamento. Había llamado a TORTEL y su Jefa estaría encantada de volver a tenerla en el Equipo, proponiéndole dar algunas clases de Recursos Humanos en el master que ella dirigía en una universidad privada.

Piensa – dijo Pedro – que todo aquello lo dijo sin emoción en la voz, pero con gruesos lagrimas corriendo por sus mejillas. Aquella noche dormí en el sofá.

Los dos días siguientes, no tuve tiempo ni para pensar tan siquiera; veía a Marga mirarme con cara de preocupación y pensaba que con una que me dejara, ya era suficiente, ¿o es que nadie veía quien tiraba del carro?

Llegué a Sevilla para recoger el premio, del cual se hicieron eco los principales medios de comunicaciones locales y nacionales. El Presidente de la empresa me llamó para felicitarme, igual que el President de la Generalitat, y aquello no hacía más que crecer y crecer. Era final de junio del 91.

Llamé a Ana pero no conseguí hablar con ella; recuerda que en aquella época los móviles no eran como ahora y, aunque lo hubieran sido, tampoco habría conseguido hablar con ella. Me llamó su hermano, con quien tenía una buena amistad para pedirme que le dejara espacio, que él se ocuparía de mantenerme informado.

Llegó el mes de diciembre y yo seguía con mi ritmo frenético, pero algo estaba cambiando en mi interior, aunque yo pensaba que era algún catarro mal curado…hasta que estalló todo.

En este punto de la charla, llegó la sopa, humeante, espesa y aromática, con una maravillosa sonrisa de Montserrat que no dejaba pasar ocasión de flirtear con Juan Carlos. Venga chicos – dijo Montserrat -, dejar de darle un rato a la lengua –aquí le guiño el ojo a Juan Carlos – esto se toma bien caliente.

Durante un rato, la conversación se tornó en soplidos a la cuchara y sonidos de satisfacción por un sabor que llenaba el paladar de matices poco convencionales pero muy sabrosos, algo muy habitual en la cocina de su anfitriona. Al terminar, habían entrado en calor, con alguna gota de sudor en sus frentes y las mejillas encendidas por la chimenea y las calorías ingeridas.

Cuando les retiraron los platos, llegaron los canelones, también humeantes, bien gratinados y con un olor penetrante y sabrosos, al punto de que no era posible tomarlos sin escaldarse la boca por ello, así que dejaron los tenedores y volvieron a la charla.

Por el puente de la Purísima, el 7 de diciembre, fui a comer con Marga, mi secretaria, al restaurante al que solíamos ir, muy cerca de la oficina, en una de las calles que dan a Castellana. Aquella chiquita me aprecia de verdad y aún ahora seguimos en contacto, tanto conmigo como con Ana. Ella fue una pieza clave para que todo volviera a su sitio.

- En aquel momento, sonó el teléfono de Pedro y su cara se iluminó al ver que era Ana – Perdona Juan Carlos, es Ana. Hola Ana, sí, aquí estamos, en la fonda de la Montse con Juan Carlos y unos canelones que no pueden comerse de puro calientes – ahí bajó la voz para decirle – Montse le está tirando los trastos a Juan Carlos de una forma bárbara. Sí –reía Pedro – no te preocupes, nos cuidaremos y os esperamos a Maca y a ti el sábado con las niñas, tengo ganas de veros. Un beso, adiós.

Era Ana, que muchos recuerdos y que, según lo previsto, Maca llega con el AVE de Sevilla el viernes a la noche, así que el sábado a primera hora las tendremos aquí con toda la troupe.

sábado, 21 de abril de 2012

Hijos en sí mismos





Esta semana pasada, estaba en Hacienda esperando mi turno y vi a dos jóvenes de entre 18 y 20 años, comentando ilusionados su plan de empresa y cumplimentando los formularios para su creación. Lo primero que me vino a la cabeza fue el orgullo que imagino sentían sus padres, viéndoles empezar a volar solos y recordé unos maravillosos versos del poeta libanés Khalil Gibran de su obra El Profeta, que quería compartir con vosotros:



Y una mujer que sostenía un bebé contra su pecho dijo, Háblanos de los Hijos.
Y el contestó:
Vuestros hijos no son vuestros hijos.
Ellos son los hijos y las hijas de la Vida que trata de llenarse a si misma
Ellos vienen a través de vosotros pero no de vosotros.
Y aunque ellos están con vosotros no os pertenecen.

Les podéis dar vuestro amor, pero no vuestros pensamientos.
Porque ellos tienen sus propios pensamientos.
Podéis dar habitáculo a sus cuerpos pero no a sus almas,
Pues sus almas habitan en la casa del mañana, la cual no ser puede visitar, ni tan siquiera en los sueños.
Podéis anhelar ser como ellos, pero no luchéis para hacerlos como sois vosotros.
Porque la vida no marcha hacia atrás y no se mueve con el ayer.

Vosotros sois los arcos con los que vuestros hijos, como flechas vivientes son lanzados a la Vida.
El Gran Arquero ve la diana en el camino del infinito, y la dobla con su poder y sus flechas pueden ir rápidas y lejos.
Haced que la forma en que dobléis el arco en vuestra manos sea para alegría.
El también, además de amar la flecha que vuela, ama el arco que es estable.

Ciertamente, en muchas ocasiones tenemos la tentación de pensar que esos hijos que hemos traído a la Vida, son nuestra continuación, y siento cada vez más que son ellos en sí mismos y por sí mismos, no obstante, esa arcilla habrá sido moldeada, en parte al menos, por nuestras manos de padres.

Los valores transmitidos, habrán ido haciendo mella en ellos y formarán parte de su esencia, pero son ellos mismos y no una extensión de sus padres. Esos jóvenes que vi en Hacienda eran una muestra del futuro, de la educación recibida fundamentalmente en principios, en valores, en visión de la propia vida que, como dice el poeta, está deseosa de sí misma.

Está en nuestras manos poder darles esas herramientas para que las utilicen como mejor consideren, desde sus primeros balbuceos hasta nuestra partida final, siendo ellos los dueños de sí mismos.

¿Sabremos dejarles volar y forjar adultos responsables?

miércoles, 18 de abril de 2012

EL ÉXITO ERES TÚ (X)


CAPITULO II

 Viviendo el éxito (VI)
Pedro y Juan Carlos fueron a sentarse a una mesa que estaba preparada junto a la llar de foc, donde también les prepararían unas tostadas de pan de pagés con tomate. En la mesa ya estaba el porrón con vino negro de la casa y una gaseosa, del cual bebió Pedro antes de arrancar la conversación.

Ya verás como no habrás comido mejor en tu vida, de verdad lo digo – dijo a la vez que un sonido intestinal delataba el hambre que le atenazaba desde que se habían levantado hacía, según él, demasiado tiempo.

¡Vaya! – dijo Juan Carlos – veo que realmente hacía falta entrar aquí de inmediato. Bueno, sigue con la historia, que no siempre tiene uno a Pedro Puig para que le cuente su vida.

No olvides, Juan Carlos, que toda esta historia es la que necesito contarte para que entiendas algunas cosas, para que por fin me perdones de corazón.

No digas sandeces, hombre, yo ya te he perdonado, creo que el que no se ha perdonado eres tu.

Pues entonces, será que necesito contártela para quedar en paz conmigo mismo, sin que hayan medios de comunicación por medio.

Llegaron las tostadas y un fuerte all i oli para acompañarlas, así que ambos se tomaron unos minutos para preparar el manjar que les daría un respiro a sus estómagos.

Fue entonces cuando Pedro, poco a poco, continuó su historia allí donde la había dejado, con un tono de voz que denotaba aceptación, congoja y sentimientos muy profundos.

Ayer nos quedamos en mi promoción, con 31 años, a Director General de Producción. Recuerda que te dije que por un momento, tuve la cordura que me faltó para darme cuenta de que todo era un engaño que aceptaba de buen grado.

Hablamos de 1991, años preolímpicos y años pre-expo, con una actividad económica en España fuera de lo común. Mi actividad se multiplicó y, si antes eran 14 horas diarias de trabajo, ahora también estaban los fines de semana, he incluso meses enteros en los que estaba de viaje, inaugurando una planta en el hemisferio norte para, a la semana siguiente, hacer lo propio en la otra punta del mundo.

Mis hijas crecían y yo prácticamente ni las veía, Ana estaba, como siempre deliciosa, pero quejosa de que no se me veía el pelo y yo llegaba a plantearme si no eran celos por mi progresión profesional.

Llegó junio de 1992, toda Europa estaba en crisis y, por el contrario, nosotros íbamos como una moto, habiendo participado al máximo en los fastos que tenían lugar en España. Era un 15 de junio y Marga me llamó por teléfono a París para anunciarme que habían llamado de la Junta de Andalucía para darme un premio por nuestra participación en la Expo. Aquello fue el principio del fin – dijo con los ojos enrojecidos por la emoción.

¿Qué es lo que pasó ahí?, Pedro

Simple, le había prometido a Ana y a las niñas que nos iríamos de vacaciones al Parque Disney a París y, de hecho, ya estaba todo reservado; incluso Marga me lo recordó cuando me llamó, aún recuerdo que me dijo “Pedro, ojo que tienes el viaje con tus chicas previsto en las mismas fechas” y le contesté que llamara a Ana diciéndole que lo cambiara todo para una semana más tarde.

Ana me llamó al día siguiente y si te digo que estaba sin tono vital, te digo poco; me dijo “Pedro, esto no puede continuar, tenemos que hablar”, así que, a regañadientes, volví a casa la día siguiente.

Al entrar, las dos pequeñajas, Ana y Catalina, que tenían 2 y 3 años y lengüecillas de trapo, se me echaron encima; Ana las dejó jugar un rato y luego les dijo que tenían que ir dormir, que papá estaba cansado. Me dieron un beso de aquellos sonoros que dan las niñas a sus papás y se fueron con la chica de servicio para que las acostara; aquel día, no sería Ana quien lo hiciera, cosa muy rara en ella, que no dejaba nada de sus hijas al cuidado de terceros; realmente, siempre ha sido una madre ejemplar, en todos los sentidos, y aún mejor esposa, ¡que suerte tengo de que esté aún a mi lado!, aunque debo confesar que, durante un tiempo, pensé que aquello había acabado.

lunes, 16 de abril de 2012

EL ÉXITO ERES TÚ (IX)


CAPITULO II

 Viviendo el éxito (V)

Acabaron de arreglarse y se abrigaron en consonancia con el vaivén de los árboles y del sonido del viento y el mar; un buen chaquetón, zapatos de suela de goma gruesa, bufanda y un sombrero un tanto peculiar que les daba un aspecto singular que parecía divertir a Pedro.

Oye Pedro, ya son las 12,15 y con la hora que es, ¿qué te parece si paseamos un poco por las playas del pueblo y vamos a comer temprano?, así me hago a la idea de que he hecho bondad y me cuido un poco, que en casa me dicen que estoy cogiendo figura de embarazada.

Bien, de acuerdo, hágase como tu dices pero te garantizo que me podría comer un caballo sin partirlo a trozos, además, creo que no recuerdas ya como es nuestra querida Costa Brava cuando está brava como hoy.

Salieron a la calle y el viento les despejó de golpe, un viento vivificante, áspero y un tanto cortante ya que, aún y siendo primavera, aún era frío y desabrido. Sus chaquetones les cubrían bien y la gruesa suela de goma y sus sombreros, les aislaban de las inclemencias del tiempo. El pueblo estaba vacío, con muy poca actividad, como solía ocurrir fuera de la temporada o fin de semana, en que los visitantes, especialmente de Barcelona y extranjeros, poblaban sus calles.

Se cruzaron con Montserrat por la calle y Pedro aprovechó para decirle que irían a comer en un rato – Montse, este es Juan Carlos, el amigo del que te hablé, un catalán por soleares; vendremos a comer de aquí un rato, no muy tarde, que no hemos desayunado.

Cuando queráis Pedro, y compañía – dijo no sin cierta coquetería, lanzando una sonrisa a Juan Carlos – ya sabes que en esta época, no tenemos mucha gente; lo que no tengo es pescado, que Manel no pudo ir a pescar ayer por el tiempo que hace.

No te preocupes, mujer, tomaremos cualquier cosa, que en tu casa, lo de menos es lo que comes y lo mejor vuestra compañía y el cariño con el que guisas.

Curiosa mujer esta – dijo Pedro – como habrás visto, hasta con esta ventolera va en manga corta y con las mejillas encendidas. Manel es su cuñado y, no sé si te has fijado, pero te ha tirado los trastos descaradamente, y es que no pierde ocasión de jugar al gato y al ratón, pero sin ninguna maldad.

Pasearon por las calles de Calella sin prisas, comentando los cambios que había sufrido la Costa Brava, las maravillas de Girona, de Figueras y su cultura, de Púbol y Dalí y, en resumen, disfrutaron de un paseo que no era en las mejores condiciones meteorológicas, pero sí en las mejores condiciones anímicas.

El reloj tocó una campanada cuando estaban en la otra punta del pueblo, en el camino de ronda que comunicaba con el pueblo siguiente. –Bueno  Juan Carlos, creo que ya tenemos suficiente paseo por esta mañana, además, tengo ganas de seguir contándote mi historia que, si no, no sé si tendré tiempo en solo una semana, ¡hay tanto sobre lo que ponernos al día!

Justo cuando había dicho esto, una fuerte ráfaga de viento lanzó su sombrero al aire y lo llevó en un baile mágico hacia las olas, quedando su cabello completamente revuelto. – Demonios! – dijo – parece que hoy tampoco se anda con bromas, pero razón de más para ir a casa de Montserrat a comer el puchero que tenga preparado.

Llegaron a la fonda, una construcción de pueblo, con gruesas paredes y ambientada con decoración marinera, se quitaron los chaquetones, las bufandas, Juan Carlos su sombrero y se dirigieron a la chimenea frotándose las manos enrojecidas por el frío.

Bon dia Montserrat, ya estamos aquí; ¿qué tienes de comer que nos haga entrar en calor? –preguntó Pedro con una sonrisa de frío en la cara.

Hoy tengo una sopa de fondo de nevera que me ha quedado que cantan los ángeles; después, canelones o pollo, lo que prefiráis – dijo Montserrat manteniendo su tono de flirteo.

Pues yo me apunto a los canelones después de esa sopa maravillosa – dijo Juan Carlos siguiéndole la corriente.

Pues iros sentando que os lo traigo todo en un periquete. Wilma – chilló hacia la cocina – ves preparando dos cubiertos con sopa y canelones. Se alejó contoneando unas caderas robustas y fuertes de mujer recia.

domingo, 15 de abril de 2012

¿Pensamos en grande?


Siempre he sido partidario de pensar en grande, en grandes gestas, grandes aventuras personales y profesionales, y poco a poco, me voy dando cuenta que, ese pensamiento, estaba incompleto aunque fuera acertado, según mi modo de ver.

Cuando oímos esa expresión de pensar en grande, podemos pensar en convertirnos en astronauta, ser futbolistas del Barça o del Real Madrid, hacer un viaje a Nueva Zelanda o exportar nuestro producto a todo el mundo, pero me doy cuenta de que pensar en grande es más que eso, Mucho más que eso, porque pensar así, es quedarse en las migajas de lo que puede ser y que, con empeño, será.

Hoy veo que pensar en grande es saber perdonar aquella ofensa que tanto nos duele todavía, tener aquella charla que venimos postergando día tras día, promocionar a la persona adecuada en lugar de aquella que es políticamente correcta, aceptar el error, confiar en este o aquel compañero, pedir perdón a aquella persona a la que tanto daño hicimos, atrevernos a cambiar nuestra forma de pensar, …. Todo eso es pensar en grande, mucho más que ir en cohete a la luna o convertirse en una réplica de Apple.

Pensar en grande es hoy, para mi, aprender a lanzar por los aires mis barreras, situarme en posiciones que me puedan quitar la respiración, que me produzcan vértigo, que cuestionen mis actuaciones hasta el momento, que supongan verdaderamente hacer honor a mis principios y valores, a no renunciar jamás a ellos.

Pensar en grande es atreverse a cuestionarlo todo, a no pensar que lo mío es lo importante y lo de los demás accesorio, es ponernos al límite, es eliminar esas creencias que nos están limitando y permitirnos cruzar la frontera de nuestros pudores con la valentía de los conquistadores, es adoptar el coraje de los enfermos terminales, quizás con miedo y prevención, pero decididos a tomar el camino que haya que tomar.

No es ninguna broma, pensar en grande es situarnos en otro plano, de humildad, de coraje, de tenacidad, abandonando la tranquilidad de lo cómodo para abrazar lo que puedo ser.

Es un reto, ¿te animas a intentarlo y a compartirlo?

miércoles, 11 de abril de 2012

EL ÉXITO ERES TÚ (VIII)


CAPITULO II

 Viviendo el éxito (IV)

El nombramiento salió publicado en las principales cabeceras económicas del país, Expansión, 5 días y las secciones de Economía de la prensa generalista; Recibí montones de mails de felicitación, incluso de aquella gente que un día me había mirado por encima del hombro en la Facultad y –ahí le llegó a Pedro un enorme bostezo recordándole que también su cuerpo necesitaba un descanso-. Me parece que el resto del relato lo tendremos que dejar para mañana.

- Juan Carlos se desperezó en su butaca orejera de piel de una forma ruidosa – Tienes razón; la verdad es que la historia está muy interesante pero estamos cansados, así que mejor nos vamos a dormir. ¡Diablos! – dijo con inquietud – no he llamado a Maca, así que mañana me tendré que esforzar con un buen perdón

¿Un buen perdón?

Sí, eso lo aprendí de un buen amigo jienense, el cual decía que para evitar ser malo, malvado y malévolo a los ojos de la esposa, había que mantener la llama encendida con atenciones diarias y que, de lo contrario, había que buscar su perdón en función del desaguisado

Ya me perdonarás pero sigo sin entenderte; claro que podría ser por la hora y la Tramontana que no ha dejado de soplar en toda la noche.

Sí, te cuento, él sostiene que hay tres tipos de petición de perdón: el de floristería, cuando el tema no es más que un olvido ligero o una metedura de pata leve; de ahí, te vas a la de Pastelería, que vendrá cuando el tema ya sea algo más grave y la metedura sea de mayor calado. Algo como ofender a la suegra, por ejemplo y, por último, tenemos la de joyería, adecuada cuando la metedura de pata es ostentosa, del tipo olvidar el aniversario de boda, su cumpleaños, llegar tarde a casa sin avisar o avisando pero en un estado deplorable, …

Ei, eso es una excelente receta; tomo buena nota para utilizarla con Ana –dijo con cariño, mientras sus ojos mostraban un sentimiento muy profundo que no pasó desapercibido a Juan Carlos.

- Subieron las escaleras y Pedro le mostró a Juan Carlos su habitación, la cual tenía el baño integrado.  – Supongo que la chica habrá hecho las camas y puesto toallas limpias, pero vamos a comprobarlo – dijo mientras echaba un vistazo a la habitación y al baño.

El sonido del viento, pese a la excelente construcción de la casa, era muy acusado y, aunque no se veía, se percibía el Mediterráneo enfurecido, con un fuerte olor a mar en las calles. Era la 1 de la madrugada y apenas habían luces encendidas en el pueblo.

Juan Carlos hizo gala de sus estilos de perdón y llamó a un servicio de 24 h. de floristería para garantizar que, a primera hora de la mañana, Macarena recibiera un bonito ramo de flores variadas, como a ella le gustaban.

El sol entraba con fuerza por la ventana y la chimenea, ya apagada, actuaba de caja de resonancia de la Tramontana, avisando que sería otro día ventoso en el que lo mejor era no aventurarse fuera de cobijo.

El reloj del comedor, cuya mesa aún guardaba los restos de la cena del día anterior, marcaba las 11,30. – Bueno Juan Carlos, mientras tu haces esa llamada de resarcimiento a Macarena, aprovecharé para recoger todo esto y luego nos vamos al pueblo a desayunar.

Sí, si quiero conservar mis derechos legales sobre la familia pero oye, ¿hay algo abierto en este pueblo, en esta época del año?

Desde luego, no comerás mejores desayunos que los que prepara Montserrat, la de la Fonda de la plaza de la Iglesia; venga, no pierdas el tiempo y haz ya esa llamada.Juan Carlos cogió el teléfono pero, justo en ese momento, sonó su timbre y una sonrisa se dibujó en su cara; era Macarena con una regañina teñida de la complicidad de 20 años de matrimonio y de un ramo de flores entregado a tiempo.

Todo y con el correr del agua, Pedro oía la conversación de Juan Carlos con Macarena y, en su voz, había esa confianza y ternura que llegó a perder con Ana pero que por fin había recuperado, no sin esfuerzos titánicos y sin caer al más profundo de los pozos.

domingo, 8 de abril de 2012

EL ÉXITO ERES TÚ (VII)


CAPITULO II

 Viviendo el éxito (III)

Cuando se lo comenté a Ana, fue la primera gran bronca que tuvimos – aquí la voz de Pedro, se quebró y tuvo que parar el relato -.

Tranquilo Pedro, no tienes porque contarlo si no quieres – dijo Juan Carlos -.

No, al contrario – respondió Pedro -. Necesito contártelo para que me entiendas….y para hacer limpieza interior.

En aquel momento, el reloj dio las 12 campanadas, anunciando el final de un día y el nacimiento del siguiente.

Ana, aprovechando que era el mes de junio y ya no habían clases, se fue a Barcelona dos semanas. La verdad es que me asusté, pero conseguí pensar que eran celos profesionales y que ya se le pasaría; ¡alguien tenía que traer el dinero a casa!!.

Pasamos el verano aquí, en Calella, como cada año y, en agosto, salí para mi nuevo destino en el master de la escuela Suiza, donde viví un año con una intensidad de trabajo que no hubiera podido imaginar ya que apenas había tiempo para nada que no fuera preparar trabajos, presentar ponencias o hacer entrevistas.

Fue un año de auténtica locura pero, en mayo del año siguiente acabó. En aquel momento no lo entendí y pensé que Ana había bajado del burro, ¡que equivocado estaba!. Vino a la graduación y estuvo absolutamente encantadora. Después supe que una amiga de la embajada inglesa le había recomendado algo que empezaba a nacer como elemento de acompañamiento y transformación: el Coaching.

Junio del 91 fue el momento de mi regreso a Madrid, a la central de TODO SEGURIDAD, donde fui recibido por Marga, mi secretaria, con una sonrisa capaz de desarmar al más pintado; realmente se alegraba de verme. El segundo al que fui a ver fue Ruiz, el cual me recibió con un fuerte abrazo.

Déjame que te mire bien - me dijo - ¡caramba!, un poco más flaco y con algunas ojeras pero no tienes mala pinta, no. Vete preparando que a las 10,00 h tenemos una reunión con Paco, el Jefe y con Recursos Humanos.

Regresé a mi despacho con un montón de sensaciones positivas, descolgué el teléfono y llamé a Ana, con quien la relación había vuelto a su cauce. Recuerdo que fue oir su voz y ponerme a temblar pensando en lo que podía pasar – comentó Pedro-. Tuve mil sensaciones en aquel momento, sobre todo cuando, antes de colgar, Ana me dijo “recuerda que tienes tres chicas que te quieren con locura”.

Llegó la reunión y, en ella, el comunicado de Paco, el gran Jefe: Mira Pedro, has vuelto de un proceso de formación tremendamente caro, así que va siendo hora de sacarle partido – dijo con un tono jovial y una gran sonrisa -. Yo paso a posiciones corporativas y Ruiz ocupará mi posición como Director General, así que hemos pensado en ti como su sucesor, lo cual lleva aparejado un salario sensiblemente distinto al que tienes ahora y un cambio total y absoluto de escenario, como miembro del Comité de Dirección. Recursos Humanos te pondrá al corriente de los detalles.

En aquel momento no lo pensé pero, Juan Carlos, en ningún momento me pidieron mi opinión; daban por hecho de que diría que sí que es, obviamente, lo que hice, y lo hice porque era lo que se suponía que era lo que tenía que hacer, no porque lo escogiera libremente; si lo hubiera hecho, creo que habría sido distinto.

En un momento de razón, pensé que tenía una esposa maravillosa y dos niñas de 1 y 2 años a las que apenas conocía y a las que adoraba,  pero si quería darles lo que merecían, debería trabajar aún más duro para que nada les faltara y, eso sí, era el Director General de Producción más joven en la historia de la compañía, con 31 años, algo que me emborrachaba.

Mi salario aumentó en un 50% con lo que se situó en los 15 millones a los que había que añadir un bonus del 20% del salario y un BMW serie 5, aparte de otras prebendas como viajar en primera clase, acceso al Club Social, etc. Por fin lo había conseguido: el éxito había llegado y esto no era más que el principio.

jueves, 5 de abril de 2012

Intocable


Un miércoles lluvioso, gris, taciturno incluso, sentados en las butacas de una sala de cine con una entrada de ¾, no está mal para un día entre semana, al que le sigue un día de trabajo.

Ya el inicio de la película promete acción….pero no deviene la acción en el tipo que yo imaginaba de persecuciones accidentadas y coches volando por los aires si no, en emociones volando por los aires, con una fina ironía, con un canto a la vida a través de ella misma, con un renacer de sus dos protagonistas.

Una película que me hizo reír hasta llorar y que me hizo llorar la emoción de reconocer sentimientos que vi propios, algunos escondidos en repliegues del inconsciente que no quería despertar, y que por fin lo hicieron.

Grandeza, generosidad y, en una palabra, amor sin más, con destellos de brutal comicidad en la que vemos como cada cual se ríe de sí mismo porque lo importante es la Vida, venciendo miedos, superando límites profundos, arraigados en partes del ser que el propio actor desconoce, ¿o quizás era yo mismo el que los desconocía y estaban en mí?

Papeles secundarios que, lejos de serlo, adquieren un gran protagonismo, como lo adquieren los dos extremos de la sociedad que aparecen reflejados, todos ellos con emociones, pasiones, sentimientos, buscando vencer el propio rol para emerger el ser que hay dentro de ellos.

Nos encontramos con un pozo de dolor vencido en base a una actitud positiva, rupturista y generosa, dando por el simple placer de dar, recibiendo a cambio lo que jamás hubieran imaginado recibir, ignorantes de su derecho a la dignidad, al humor, al amor y, en una palabra, a la propia Vida.

En la sala se oyen risotadas, toses y algún que otro kleenex desplegándose, paleta de emociones que la película consigue aflorar, hasta que aparecen los títulos de crédito y arranca la tímida ovación que hacía tiempo que no escuchaba en la platea de un cine. Caras de satisfacción, de disfrute, de reflexión, incluso en algún caso.

martes, 3 de abril de 2012

EL ÉXITO ERES TÚ (VI)


CAPITULO II

 Viviendo el éxito (II)

En TORTEL intentaron retenerme, pero mi decisión era firme; hubieron muchas lágrimas y despedidas eternas, pero yo estaba henchido como un pavo real. Por fin me empezaban a valorar como al resto de compañeros de promoción, ¡como iban a rabiar algunos!!

De aquellas despedidas hubo una especialmente dolorosa, la de Renovales. Nunca pude disculparme ya que murió al cabo de dos años de mi salida y, en aquella época, yo aún era una persona Importante, con mayúsculas, que no pedía perdón. Me dio la mano y me dijo que aquella siempre sería mi casa, pero yo lo tomé como un “ojo chaval que tu no estás preparado para jugar en primera división”, así que le contesté de forma estúpida “mire Renovales, que usted no lo haya conseguido, no quiere decir que yo no pueda hacerlo; llegaré muy alto, saldré en los diarios y la gente pagará mucho dinero porque trabaje para ellos”. Y de hecho así fue, pero lo que no sabía es que aquello era un éxito efímero y que la calidad humana de Renovales no tenía parangón.

Tiempo después me enteré de que había sido un Directivo de primera fila que decidió vivir una vida distinta, lejos de los oropeles y la superficialidad. Quien me lo contó, y merece toda mi confianza, me dijo que había llegado muy alto y que nadie entendió porque había renunciado a todo y se había ido a una pequeña compañía regional de segunda fila.

Juan Carlos escuchaba con atención las palabras de Pedro y asentía de vez en cuando. Su actitud era la de quien no se pierde ni un solo matiz de lo que estaba contando su amigo.

Nos trasladamos a Madrid y la verdad es que aquella gente sabía como hacer las cosas, nos ayudaron en la búsqueda del piso e incluso hicieron circular el CV de Ana, que no tardó en encontrar su nuevo empleo, esta vez como profesora a tiempo parcial en una escuela de negocios, impartiendo clases en un master de Recursos Humanos para recién licenciados.

Todo iba de maravilla, o al menos eso pensaba yo. Pasaron 5 años y vinieron dos niñas preciosas, Ana y Catalina, a las que yo apenas veía despiertas más que el fin de semana.

No te descubro nada si te digo que trabajaba 14 horas diarias y que me pasaba viajando 4 días por semana, aunque mi sueldo, eso sí, se iba a la estratosfera, así como mi prestigio entre los Jefes.

Tenía solo 30 años y ya estaba como Jefe de Producción, con un salario de 10 millones de pesetas, un AUDI A4 en la puerta y una secretaria. La verdad es que me creía el amo del mundo. Mi departamento tenía cierta rotación, pero no más que el resto de compañeros.

Entre mis colaboradores, que en aquella época llamaba subordinados, tenía fama de ecuánime, riguroso, responsable e implacable con los holgazanes y reivindicativos. ¡Ojalá pudiera verme ahora Renovales!, valiente fantoche. Los resultados eran los mejores de toda la historia, y eso sucedía desde que me había hecho cargo de la Jefatura. Hablamos de 1990 y estaba, sin lugar a dudas, en el camino adecuado hacia la cima.

Ana me adoraba pero yo no tenía tiempo para ella ni para las niñas; le juraba y perjuraba que llegaría el momento de más tranquilidad pero que, por el bienestar de todos, ahora tenía que volcarme en mi carrera. Apenas hablábamos más que por teléfono y a deshoras. Yo notaba que mi relación con las niñas era prácticamente inexistente, pero pensaba que ya llegaría el momento en que poderlas recuperar, dedicándoles más tiempo.

Mis padres me veían con preocupación ya que solo vivía para trabajar y para mi carrera; no hacía nada que no pudiera tener una repercusión directa en ella. Creía que tenía un montón de amigos, pero debo reconocer que la gran mayoría eran tan solo aduladores a los que admiraba por su devoción a mí.

En aquel momento, mi Jefe el Director General de Producción, que tenía 58 años, me propuso desaparecer un año de escena y hacer un MBA a tiempo completo en una de las más prestigiosas escuelas de negocios en Europa. Supondría estar un año alejado de todo e irme a vivir a un campus universitario en Suiza, pero aquello valía la pena. Es un peaje que tienes que pagar para seguir con tu carrera ascendente – me dijo Ruíz, que así se llamaba -. No perderás ni un solo duro de salario o bonus, te lo garantizo – remarcó -.

EL ÉXITO ERES TÚ (V)


CAPITULO II

 Viviendo el éxito (I)
Mientras cenaban, las anécdotas divertidas, los motes a antiguos compañeros y las novias fueron el tema de conversación. La cena, compuesta por las tostadas y los embutidos, les dejaron satisfechos tras un pan de Kilo y una botella de vino, acompañadas por grandes risotadas, propias de amigos que tenían mucho que recuperar.
Se levantaron de la mesa dejando encima todos los restos. – Ya recogeremos después – dijo Pedro, volvamos junto al fuego que se está apagando, lo avivamos y te cuento lo que te quiero contar, ya que necesito contrastarlo contigo.
Mientras Juan Carlos avivaba el fuego con otros dos troncos gruesos y secos, Pedro sirvió una copa y le preguntó a Juan Carlos si le apetecía el Napoleón de siempre.
No – respondió Juan Carlos – demasiados problemas me ha traído el cognac como para seguir considerándolo mi amigo, pero esa es otra película que te contaré cuando tu acabes de contarme la tuya – dijo poniendo ahora en el equipo de música las 4 estaciones de Vivaldi, una música que siempre le había llevado a la paz interior.
Bien, como quieras - dijo Pedro – acomodándose en la butaca orejera de piel.
Y ahí empezó un relato que llevaría Casi toda la semana y que les llevaría a profundizar en unas interioridades en las que jamás habrían soñado entrar.
Tal como te decía, en estos años han pasado muchas cosas, pero todas ellas, tuvieron un punto de inflexión que se manifestaba en sueños – empezó Pedro –
¿Sueños?
Sí –respondió Pedro – unos sueños en los que yo era el protagonista en dos papeles distintos, uno que preguntaba y otro que respondía, como si un yo fuera la conciencia y el otro, yo mismo.
Muy normal, desde luego, no es – afirmó Pedro.
Como te decía antes, después de la boda y de tu partida, de la que no me enteré hasta un mes después, cuando regresamos de nuestra luna de miel, tuve el contacto con Maquiavelo, el Profe, el cual me habló de otra compañía, competencia de TORTEL pero diez veces más grande, nacional igual pero internacionalizada, con presencia en 12 países, una facturación de 50.000 millones de pesetas y 3.000 personas en plantilla, con el aliciente de tener la central en Madrid, ¡por fin tendría la oportunidad de estar entre los grandes!.
Maquiavelo le habó de mi a la empresa de selección recomendándome especialmente, ya que buscaban a alguien un poco más mayor y yo, a fin de cuentas, tan solo tenía 25 años, aunque ya había llevado un equipo de diez personas.
Aquello era una excelente oportunidad. Lo comenté con Ana y ella estaba dispuesta a irse a Madrid; al fin y al cabo, no le sería difícil encontrar un puesto de trabajo en otro departamento de Recursos Humanos.
Juan Carlos rió de forma estrepitosa – Sí, uno de aquellos departamentos de Personal que disimulaban sus prácticas llamándose Recursos Humanos. Madre mía como han cambiado las cosas en la gestión de personas.
No creas que no le dimos vueltas, pero todo lo que había nos parecía positivo, incluso ella consideraba positivo separarse un poco de su familia y ser más independiente, dejando de ser la hija de. Y, no te lo pierdas!!, todas esas cábalas sin haber hecho la entrevista.
Llegó el día y me vi con el consultor con el que sintonizamos desde el primer momento; todas sus preguntas tuvieron una respuesta segura y adecuada, hasta el punto que me comentó, de forma extraoficial, que presentaría mi candidatura, todo y que pensaban en un perfil en torno a los 30 años. Aquella fue mi única entrevista en busca de un trabajo, después, todo ha sido una consecuencia del trabajo anterior, una carrera ascendente que cada vez me llevaba a nuevos y más importantes retos.
Estaba en mi despacho de TORTEL, sin poder sacarme de la cabeza esa entrevista, cuando sonó mi teléfono, con la cantarina voz de Sole, la secretaria del departamento. ¡que alegría la que llevaba siempre aquella moza!!. Pedro, un tal Marcos, dice que es particular, me lo he querido sacar de encima pero me ha dicho que tenéis un amigo en común, un tal Maquiavelo así que, tu sabrás.
Comprendí enseguida que era la llamada que llevaba una semana esperando, así que contesté no sin antes serenarme un poco. Era el Director de Recursos Humanos de TODO SEGURIDAD, y quería que nos viéramos, así que concertamos una entrevista para la semana siguiente ya que no quería dar la impresión de estar muy interesado. Ya ves tu, ¡vaya tontería y soberbia!!, de fantoche veinteañero.
No hace falta que te diga que la entrevista fue de maravilla. Supongo que la ignorancia es osada y eso hizo que me mostrara un tanto descarado, incluso. La posición era de Area Manager Regional, cubriendo toda la zona norte del país, con un Equipo de 50 técnicos a mi cargo, coche de empresa, teléfono móvil, ordenador portátil…en fin, un auténtico sueño, aunque nos tendríamos que desplazar a Madrid.
En aquel momento, yo cobraba 3 millones de pesetas brutos al año y aquella gente me ofrecía, de entrada, el doble más formación y la posibilidad de una carrera internacional.