miércoles, 11 de abril de 2012

EL ÉXITO ERES TÚ (VIII)


CAPITULO II

 Viviendo el éxito (IV)

El nombramiento salió publicado en las principales cabeceras económicas del país, Expansión, 5 días y las secciones de Economía de la prensa generalista; Recibí montones de mails de felicitación, incluso de aquella gente que un día me había mirado por encima del hombro en la Facultad y –ahí le llegó a Pedro un enorme bostezo recordándole que también su cuerpo necesitaba un descanso-. Me parece que el resto del relato lo tendremos que dejar para mañana.

- Juan Carlos se desperezó en su butaca orejera de piel de una forma ruidosa – Tienes razón; la verdad es que la historia está muy interesante pero estamos cansados, así que mejor nos vamos a dormir. ¡Diablos! – dijo con inquietud – no he llamado a Maca, así que mañana me tendré que esforzar con un buen perdón

¿Un buen perdón?

Sí, eso lo aprendí de un buen amigo jienense, el cual decía que para evitar ser malo, malvado y malévolo a los ojos de la esposa, había que mantener la llama encendida con atenciones diarias y que, de lo contrario, había que buscar su perdón en función del desaguisado

Ya me perdonarás pero sigo sin entenderte; claro que podría ser por la hora y la Tramontana que no ha dejado de soplar en toda la noche.

Sí, te cuento, él sostiene que hay tres tipos de petición de perdón: el de floristería, cuando el tema no es más que un olvido ligero o una metedura de pata leve; de ahí, te vas a la de Pastelería, que vendrá cuando el tema ya sea algo más grave y la metedura sea de mayor calado. Algo como ofender a la suegra, por ejemplo y, por último, tenemos la de joyería, adecuada cuando la metedura de pata es ostentosa, del tipo olvidar el aniversario de boda, su cumpleaños, llegar tarde a casa sin avisar o avisando pero en un estado deplorable, …

Ei, eso es una excelente receta; tomo buena nota para utilizarla con Ana –dijo con cariño, mientras sus ojos mostraban un sentimiento muy profundo que no pasó desapercibido a Juan Carlos.

- Subieron las escaleras y Pedro le mostró a Juan Carlos su habitación, la cual tenía el baño integrado.  – Supongo que la chica habrá hecho las camas y puesto toallas limpias, pero vamos a comprobarlo – dijo mientras echaba un vistazo a la habitación y al baño.

El sonido del viento, pese a la excelente construcción de la casa, era muy acusado y, aunque no se veía, se percibía el Mediterráneo enfurecido, con un fuerte olor a mar en las calles. Era la 1 de la madrugada y apenas habían luces encendidas en el pueblo.

Juan Carlos hizo gala de sus estilos de perdón y llamó a un servicio de 24 h. de floristería para garantizar que, a primera hora de la mañana, Macarena recibiera un bonito ramo de flores variadas, como a ella le gustaban.

El sol entraba con fuerza por la ventana y la chimenea, ya apagada, actuaba de caja de resonancia de la Tramontana, avisando que sería otro día ventoso en el que lo mejor era no aventurarse fuera de cobijo.

El reloj del comedor, cuya mesa aún guardaba los restos de la cena del día anterior, marcaba las 11,30. – Bueno Juan Carlos, mientras tu haces esa llamada de resarcimiento a Macarena, aprovecharé para recoger todo esto y luego nos vamos al pueblo a desayunar.

Sí, si quiero conservar mis derechos legales sobre la familia pero oye, ¿hay algo abierto en este pueblo, en esta época del año?

Desde luego, no comerás mejores desayunos que los que prepara Montserrat, la de la Fonda de la plaza de la Iglesia; venga, no pierdas el tiempo y haz ya esa llamada.Juan Carlos cogió el teléfono pero, justo en ese momento, sonó su timbre y una sonrisa se dibujó en su cara; era Macarena con una regañina teñida de la complicidad de 20 años de matrimonio y de un ramo de flores entregado a tiempo.

Todo y con el correr del agua, Pedro oía la conversación de Juan Carlos con Macarena y, en su voz, había esa confianza y ternura que llegó a perder con Ana pero que por fin había recuperado, no sin esfuerzos titánicos y sin caer al más profundo de los pozos.

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