viernes, 24 de junio de 2011

La reflexión de una película: Midnight in Paris


Una deliciosa película, Midnight in Paris, woodiliana por los cuatro costados que consiguió hacernos pasar un buen rato y salir del cine con aquella sonrisa que queda tras haber pasado un buen rato en buena compañía, compartiendo palomitas y sensaciones.

Pero esa tan solo fue una parte, porque, como en  todo aquello que nos ocupemos en analizar, hay un aprendizaje subyacente.

En un momento de la película nuestro protagonista, un simpático escritor de guiones trasladado, por arte de encantamiento, a una época pretérita en la que se codea con Salvador Dalí, Ernest Hemingway o el mismo Pablo Picasso, llegando a tener un escarceo con una de las amantes de los dos últimos, me acompaña a una interesante reflexión.

Este protagonista, comparte música, taberna e incluso editora con los antes mencionados, saboreando la miel del París de los años 50, disfrutando todo su glamour, su encanto, su hechizo, llegando a romper con su prometida para poder vivir en esa parte del pasado que el azar ha preparado para él.

En un momento dado, se encuentra en la época preferida de su bonita acompañante, “La Belle Epoque”, esa época de preguerra con los coches de caballos como señores de las rues parisinas y Maxims como foro de encuentro de Gaugain, Matisse, Degas u otros impresionistas de la época. La chica le dice que ella no quiere regresar a su tiempo y que prefiere quedarse en aquel tiempo que “siempre fue mejor”, como mejor creía él que era la época vital de nuestra protagonista. Ella decide quedarse, él decide regresar.

En su argumento cita la falta de antibióticos, la muerte por un simple sarampión y aduce hechos constatables de la bondad, pese a todo, de su época.

Decidimos mirar en el espejo del pasado, sin tener en cuenta que lo maquillamos a nuestro antojo, dándole la forma que más nos apetece, o quizás nos dirigimos al siempre socorrido futuro, donde todo está por ocurrir y, por tanto, moldeándolo también según nuestra apetencia, perdiendo la maravilla del ahora, del aquí.

La reflexión me golpeó en pleno diálogo de los protagonistas, haciéndome consciente de la enormidad de vida que, en ocasiones, me niego a vivir, prefiriendo ocultarme en los jirones del pasado o los espejismos del futuro; esa sonrisa me la regalas ahora y, si me pierdo en su recuerdo, me perderé la que me regalarás ahora.

¿De qué me estoy ocultando hoy?

martes, 21 de junio de 2011

Creando con pasión


Notaba que algo entraba en ebullición en nuestro interior, era algo que pugnaba por salir, por eclosionar, con toda la fuerza de las pasiones contenidas, como el geiser que emerge de las entrañas de la tierra a decenas de metros de altura, impulsado por una fuerza oculta y latente.

Pude comprobar como esa pasión era altamente contagiosa, y lo era por muy distintas vías de propagación, aérea, visual, emocional, …. Cualquier canal se tornaba posible para la transmisión de ese virus mutante que impelía a distintas personas a apropiarse de él, porque no tenía dueño ni lo tendría, era, ¡es!, una ilusión compartida, un plato cocinado entre multitud de chefs sin endiosar, que buscan aportar en una medida más que la medida de sus posibilidades, conscientes de su plasticidad y capacidad de crecimiento.

Y ahí es donde realmente empezó a correr el río de la creatividad interconectada, de la interdependencia, de la construcción de un futuro que es nuestro, a partir de un presente que nace hoy y se renueva cada día, sin fronteras ni físicas ni emocionales.

Nadie dijo que no fuera posible, absolutamente nadie y, aunque da un cierto vértigo, estamos sabiendo hacerlo fácil, quizás porque nadie puso la coletilla de que aquello era imposible y, pese a considerar todos y cada uno de los posibles peligros, la fuerza que nos da sabernos juntos, nos permite afrontarlos con la fuerza necesaria para la creación.

Veo paradigmas saltando por los aires ante el talento de un puñado de neodescubridores, ayer navegando en Carabela y hoy haciéndolo por nuestra red de redes, primero de los ejemplos de la posibilidad de la interconexión, de la interdependencia, del compartir, de la generosidad.

Veo, también, nuevos puentes en construcción, puentes hacia la esperanza de que las cosas pueden, realmente, ser diferentes si así lo queremos y nos esforzamos; son puentes de cáñamo, de acero, de titanio, de luz, como en su día, el Gótico de la luz y la fuerza, ganó la partida al Románico. En esos puentes, hay tramos para ti, si quieres pasar por ellos del ayer al hoy y al mañana.

¿nos acompañas?

domingo, 19 de junio de 2011

Nuestros Indignados


Tiene 22 años y un discurso, ¡como no!, de tinte suavemente radical y preñado de algunas contradicciones, fruto del que ama la vida y detesta la mezquindad de la injusticia, ¡maravillosa juventud!

¿Cómo explicar a un joven apasionado la maravilla de las tonalidades, la veracidad de su apreciación, pero también de la apreciación de su opuesto?

Su argumentación es sólida, contundente, formidable, aunque peca de ver la vida tan solo con sus ojos, sin pararse a pensar la perspectiva desde la que la ven otros, con otras vivencias, otras mochilas, otras gafas de ver realidades, tan distintas a las suyas, o a las mías, o incluso a las tuyas.

Tiene 20 años y una fina ironía, que no mordacidad, que enamora a quien decide saborearla sin sentirse atacado. Espadachín de la palabra, bailarín del debate, certero en su comentario, suave en su driblaje.

Su rapidez de respuesta deja a más de uno en la frase de tres minutos antes. Mientras él ya repasa la lección de mañana, el otro aún empieza la de ayer, pero sabe compartir la vivencia y la querencia, el saber y el sentir, algo que aprendió por tenacidad y necesidad.

También su indignación nace ante la inquina y la estupidez de la injusticia, y también me pregunto como conseguir poner serenidad a la pasión, aunque cada vez veo que, nuestro camino, es ser tan solo acompañantes.

Por fin, los extraordinarios 18, ojos que bailan, sonrisas que desarman, caídas de ojos que seducen, pies que, más que andar, anuncian un camino. Envidia de ella misma, de cómo es cuando quiere ser de verdad.

Alegría que transforma, alegría que contagia, alegría que se expande y que se torna agria ante la intolerancia, ante la injusticia, ante la estupidez de gentes que no saben ser si no lo son en otros, auténticas marionetas de lo establecido, rígidas y acartonadas.

Y ahí nuestro papel, el de acompañantes de una parte de su camino, intentando poner sentido al sinsentido, dando explicación a aquello en lo que, en ocasiones, tampoco nosotros lo encontramos.

Son nuestros Indignados, nuestros hijos.

martes, 14 de junio de 2011

Ni los marcianos nos entienden


Me encontré un marciano tomando unas cañas en el Zurich, en la Plaza Cataluña de Barcelona; la verdad es que por un momento me trasladé al universo de Gurb, transmutándome en el personaje de Eduardo Mendoza, pero me horrorizó su pasión por Marta Sánchez y preferí seguir siendo quien soy que, sin ser nada del otro mundo, al menos guardo una cierta compostura (no mucha, eso sí, pero muy digna).

Me contó el marciano, que respondía al nombre de ZZPAFF, quizás por el nombre del insecticida que en su nombre alguna multinacional de campanillas llegó a poner de moda, que le enviaban sus Jefes para investigar la estupidez reinante en este planeta Tierra.

Les causaba una cierta hilaridad ver como nos dedicábamos a darnos mamporros, en lugar de emplear toda esa energía en labores más productivas como trabajar, pensar, jugar o educarnos, y no necesariamente por ese orden.

El hecho de que unos seres llamados políticos se dedicaran a gritarse y descalificarse entre ellos, en lugar de ponerse de acuerdo y construir cosas juntos también era algo que les recordaba a civilizaciones primitivas que hicieron desaparecer planetas enteros.

Otro aspecto que no llegaban a entender era porqué, esos políticos, se dedicaban a repartir eso que llamamos dinero entre los que no lo necesitaban, ¿qué es eso de Banco?, preguntó con sorna mientras un grano le crecía en la punta de la nariz.

Debo reconocer que ZZPAFF cada vez me caía mejor, hasta que un eructo propio de un elefante en el túnel del metro, hizo que una señorita peinada de peluquería, quedara como un vulgar mocho tras pasar por un piso de solteros. En ese momento, volví a transmutarme en Marta Sánchez y así pasar más desapercibido.

Abandonamos la plaza cogidos de la mano y la gente nos miraba con cara de sorpresa, ¡como si nunca hubieran visto a Marta con un marciano!.

Así, nos topamos con un urbano que nos recriminó ir en OVNI por el carril bus y nos puso la correspondiente multa, sin atender al estado de inmunidad diplomática; ¡en Italia y con Berlusconi habría colado!!, pero el agente nos dijo que eso solo pasaba poco antes de las elecciones y que aún faltaba mucho.

Irónico y vacilón, decidió que volvía a su planeta, aunque antes haría una paradita en Figueras, por aquello de ver el Museo Dalí.

domingo, 12 de junio de 2011

Más vale una vez rojo que cien amarillo


Esa es la frase que utiliza con bastante asiduidad una buena amiga, cuando quiere darse ánimos a ella misma o a alguien para que obre según su creencia, así que ahí va una nueva reflexión por si a alguien le puede ser útil y que es fruto, de vivencias personales y de la conversación con cientos de directivos de este país nuestro.

Las épocas son difíciles y hay que ser prudente; no pasa un buen momento y no puedo decírselo ahora; si se lo cuento, se va a rebotar, si…… pasamos media vida con esos condicionales, sin actuar como creemos que debemos hacerlo, asesinando, sí, asesinando, literalmente, nuestros principios (afortunadamente, tienen siete vidas y, en el momento preciso, reviven).

En el ámbito profesional, no nos podemos permitir la crítica amable y la lasitud si no, más bien, la rigurosidad generosa, aquella que nos lleva a dar el feedback preciso y que ayuda a crecer, aquel que, aunque escuece, cura, especialmente la soberbia y la creencia que me limita, llevándome a una visión excesivamente amable de mi mismo, en lugar de ser un espejo que refleja la realidad.

Podemos ver conflictos que quedan en el baúl de los “temas por resolver”, por temor a generar un mal ambiente o a tensionar una relación. Auténticas infecciones emocionales que, lejos de resolverse, quedan prestas a saltar en el momento más insospechado y más inoportuno. Muchos pocos que acaban haciendo un mucho, y todo por la cobardía de no afrontar un conflicto, de no abordar un desacuerdo que, gestionado en su momento, no habría ido mucho más allá.

Por eso hablamos de ponerse rojo una sola vez, actuando como honestamente creemos, en lugar de dejar que “lo políticamente correcto”, nos permita crecer en nosotros con la tonalidad amarillenta que provoca vivir en la mentira, en la falsa verdad o en la ocultación de los desacuerdos.

Y ahora, ¿con cuál de tus actuaciones amarillas vas a acabar?

jueves, 9 de junio de 2011

Pasión


Son solo seis letras, seis letras que hacen que la vida lo sea de verdad, que la fuerza y la energía del ser humano se manifieste en toda su potencia. Cuando existe, sientes que la sangre pasa por tus venas, la sientes fluir como los rápidos de un río, como fluyen las ideas, la creatividad y la resolución en un Equipo o como danzan las notas en las voces de un coro o en las cuerdas de un violín, utilizando al músico como instrumento de ella misma.

Ves brillar sus ojos, oyes un timbre de voz cautivador, seductor, mágico, percibes fuerza en su ser, en su estar, pareciendo que todo a su alrededor está pendiente de él; eso es el ser apasionado, algo que nos arrastra y nos mueve a fundirnos en uno solo.

Buen acrónimo:

·       Plenitud
·       Armonía
·       Sintonía
·       Ilusión
·       Orgullo
·       Naturaleza

6 estados, 6 formas de Vivir, con mayúsculas, sin conformarnos con la vida en pequeño, en aquello que hacemos, desde pasear hasta debatir, desde mirar hasta escuchar, desde componer hasta cocinar. No hay tarea pequeña ni objetivo imposible cuando la Pasión anida en nosotros, siendo rescoldo que se aviva, acuarela que toma vida, brillo en la mirada, fuerza en la voz.

Mirada de ilusión, carcajada infantil, sonrisa de orgullo, sentido de pertenencia, todo ello destila pasión sincera, imposible de simular, como imposible es apagar un volcán, secar la lluvia o vivir en el ayer.

Y cuando se apaga, solo tengo que buscar en el fondo de mi mirada para verla ahí, agazapada, dispuesta a saltar en cuanto se lo pida, en cuanto esté dispuesto para recibirla.

Pon Pasión y pasarás del Blanco y Negro al Arco Iris. No me sirve que digas que no está; remueve bien las cenizas y encontrarás los rescoldos en los que soplar. La veo en el fondo de tus ojos deseosa de explotar, ¿qué temes cuando la ocultas?

martes, 7 de junio de 2011

Esperanza


Me cuentas y te miro a través de tus propios ojos, y lo que veo es apocalíptico, negro de pura oscuridad, denso, nauseabundo, espeso; te pregunto ¿Qué es? Y tu me contestas que eres tu, en toda tu mezquindad, en toda tu bajeza, puro estiércol.

Cuéntame más, te digo, y tu prosigues. Este es el camino del que no puedo salir, oscuro, tortuoso, inseguro, opresivo, como si un puño me estuviera apretando el alma; intento desviarme, tomar un atajo, pero se torna imposible y retorno una y otra vez al mismo punto.

Es como si estuviera en una ciénaga en la que, contra más me muevo, más me hundo, me explicas con un quejido que sale de tus entrañas. Cuéntame más, te digo, ¿como es esa ciénaga?,¿quién hay en ella?. Y tu contestas, es oscura y nauseabunda, preñada de los peores temores, de las más oscuras aguas, de los lodos más grumosos, en los que habitan los seres de todas mis pesadillas.

¿Qué ves en ellas, en tus pesadillas?, veo mi vida desfondada, viviendo sin un norte, sin un objetivo, dejándome llevar, pisoteando mis valores, tus sonrisas y las mías, sus alegrías, ya sin sentido, deslavazadas en el vertedero. Negro, todo negro

Y ese negro, ¿qué más ves en él? –pregunto con curiosidad- Veo la noche, y eso me lleva a una estrella, ¡espera!, es una estrella brillante, luminosa en la oscuridad de la noche, veo la vida de los seres de la noche, necesitados de iluminar ellos mismos sus caminos, de encontrar sus propios destinos –me contestas con una energía que parece renovada-.

¿Qué tienen para ti sus destinos? –insisto- tienen esperanza, incierta, es verdad, pero esperanza al fin, y tienen también confianza, confianza en el manto de la noche, un manto que también arropa y que anuncia la salida de la luz, franca compañera de ella misma –prosigues-

Y allí, al final, veo a alguien –dices-; sí, es una figura tendida en el suelo, descansando, o quizás dormida. Avanzo hasta ella y el olor nauseabundo desparece y se torna frescor, el frescor de la mañana, húmedo y fresco, vida en sí misma. Es el final del túnel, soy yo, ya sin mis miedos, sin la putrefacción de mi mezquindad, ya vencida.

A mi lado, un cartel, ESPERANZA.

domingo, 5 de junio de 2011

Frescura


Es como si de golpe hubiera una gran fiesta, un gran encuentro en el que confluimos una multitud de personas que, conociéndonos poco, habíamos generado un gran nivel de simpatía unos por otros, hasta tal punto que estábamos dispuestos a compartir escudilla y papel, esfuerzo y trabajo, alegrías y penas, sueños e ilusiones.

Nadie nos había convocado a esta fiesta y, sin embargo, todos sabíamos que iba a celebrarse y allí estábamos, prestos a colaborar en lo que fuera necesario, ora uno, ora el otro, sin fijarnos en quien hizo qué o cuando lo hizo o como lo hizo ya que, lo principal, es que se hizo, y se hizo con ilusión, ímpetu y empuje; de alguna manera, con la máxima involucración, notando que aquello era el inicio de algo muy grande que trascendía a los propios participantes.

Era como navegar con serenidad y sabiduría por unos rápidos desconocidos, sabedores que sabríamos poner el conocimiento y la destreza a nuestra disposición en cuanto hiciera falta, mientras el agua fresca, cristalina y pura, nos regalaba su caótico orden que mantenía unidas sus gotas en el momento en que el río se transformaba en otro río, en otra agua.

Rocío de la mañana primaveral, fresco y húmedo, creando Vida allí donde estaba dormida, despertando sentidos y emociones hasta ahora abotargadas y lánguidas.

Mis sentidos no dejan de activarse una y otra vez, sintiéndome parte integrante de un todo mucho mayor, parte de sus fibras, indivisible.

Es una bacanal de aire fresco, de ventanales abiertos, de renovación, de cambio de paradigmas, de personas todas involucradas en un mismo fin: transformar desde nuestro ser, desde nuestro oficio, plantando la simiente que sabemos germinará y hará brotar un arco iris de nuevas sensaciones, de nuevas realidades.

Esta semana que vemos nacer incipiente conforma, no ya un cambio, si no una transformación en el mundo tal como lo intuyo, como lo conozco, como lo vivo, y espero poder transmitirlo tal cual lo siento, con toda la pasión, el empuje y la luz que ya brilla con su fuego propio, alumbrando otros caminos.

¿Me acompañas?