Esta semana la prensa de medio
mundo ha estado hablando de mi ciudad, la maravillosa Barcelona, tierra de
tolerancia y acogida desde el principio de los tiempos, pero algo está
empañando el sentir de todos sus habitantes.
Unas decenas de descerebrados,
han creado el caos y la confusión, destruyendo todo lo que encontraban a su
paso, sin importarles los esfuerzos que hay detrás de cada uno de sus
destrozos. A un pequeño empresario, estuvieron a punto de quemarle la cara, a
otro lo patearon por recriminarles su actitud, a pacíficos ciudadanos que se
manifestaban por sus derechos, los aterrorizaron, a comercios que crean empleo
y riqueza, simplemente los lincharon...
No me entra en la cabeza que
existan sujetos de esta tipología, ¿dónde nace tanto odio? O, si no es tal si
no mero mercantilismo, ¿hasta qué punto sus necesidades económicas pueden
hundir las ilusiones de miles de personas, sus anhelos, sus fundadas
esperanzas?, ¿o quizás es simplemente deseo de destrucción por sí misma, en
cuyo caso, los manuales de psicología recogen tales patologías y desordenes de
la personalidad?
A estos individuos los
encontramos en toda manifestación social en la que exista una mínima tensión,
desde un acontecimiento deportivo a una manifestación pacifista, transformando
actividades lícitas en despreciables movimientos delictivos sin ningún tipo de
explicación o excusa.
Odio, ira, rencor…es igual, no
hay motivación alguna que pueda explicar esa sinrazón; no hay bandera política
ni creencia o religión que de argumentos a esos sujetos ante tamaños
despropósitos, aunque se me ocurre la más salvaje de las alienaciones por parte
de dios sabe qué ideologías.
En este caso, solo la más
contundente de las actuaciones legales debería ser la respuesta por parte de la
sociedad. Son actos terroristas, sin eufemismos, y como tales deberían ser
tratados. Policías y jueces, esa es la petición de los sociedad:
basta de violencia y tolerancia, los terroristas a prisión y, sus instigadores,
a los tribunales, sean políticos, sindicalistas o miembros de cualquier asociación.
Los enfocaría como un arma, son extremadamente útiles si se los utiliza como un grupo de choque al ser dirigidos. En este caso la idea era producir un cambio a nivel político, por lo tanto deberían haber sido dirigidos directamente contra el Ajuntament, pero en lugar de actuar como un láser quirúrgico, actuaron como una escopeta de perdiginos mal apuntada e hirieron a los inocentes.
ResponderEliminarLo siento, en ningún caso se justifica una actuación así, ni contra el ayuntamiento ni contra nadie. Existen vías legales y democráticas para exponer nuestros puntos de vista, son necesidad alguna de ese vandalismo.
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