martes, 27 de marzo de 2012

EL EXITO ERES TU (IV)


CAPITULO I

Empezando por el final: El reencuentro (IV) 
 
Pedro asentía sinceramente dolido por la vivencia de su amigo. “Hay algo
perverso en todo esto dijo—. Del aprendizaje del daño que te hice, no he tenido
constancia hasta hace muy poco, y eso es lo que me ha llevado a contarte esta
historia.  Por ella te pido paciencia, paciencia con este abuelote cincuentón y cebolleta.
No darás fe de lo que te voy a contar; hay partes que me cuestan creer, aspectos
que aún ahora reconozco como aprendizajes desde el más profundo de los dolores, al
descubrir en mí personajes perversos que jamás pensé que anidaran en mi interior. Y a la vez, también te reconozco, que hay partes de las que me siento especialmente orgulloso.”
Pedro miró su reloj. “Pero antes de empezar, déjame que empecemos a preparar la cena, que son ya las nueve y tenemos mucha charla por delante.”

Tranquilo dijo Juan Carlos–. Tenemos toda una semana por delante, una semana
para las confidencias y el reencuentro.”

Pedro se levantó de su butaca con la agilidad que había tenido siempre y se dirigió a
la cocina. Juan Carlos se levantó también y se acercó a unos estantes junto a la chimenea. Fue leyendo los títulos en los lomos de algunos libros, paseó su mirada por algunas fotografías y encontró, al lado del equipo de música, una colección de cds. Empezó a repasarlos, y encontró el de Joan Manuel Serrat, “Mediterráneo”. Encendió el equipo y puso el disco. La música empezó a empapar sus sentidos. Con las manos metidas en los bolsillos de la chaqueta, pensó que era una curiosa señal haber encontrado ese disco un día como el de hoy. Sonrió y se encaminó a la cocina, para ayudar a Pedro con la cena.
En esa esa estancia, de típica bóveda catalana de ladrillos vistos, fueron preparando unas tostadas con tomate y un excelente embutido que habían comprado en Palafrugell esa misma tarde y que acompañarían con un vino de la comarca.

Antes de sentarse a la mesa de pino macizo en un rincón de la habitación, Juan Carlos comentó “—: Curiosa enseñanza la de los tres filtros. Creo que nuestra vida sería muy distinta si la aplicáramos más a menudo.”

Es verdad contestó Pedro. La verdad es que cuando la recibí solo la oí y no fue hasta mucho tiempo después en que hallé su aprendizaje. Supongo que no estaba preparado para poder asimilarla.”

Comenzaron a cenar, mientras por encima de sus cabezas el rugido de la Tramontana se mezclaba con la voz de Serrat, que llegaba tenue desde la sala de estar.

domingo, 25 de marzo de 2012

El nuevo paradigma


Andamos arriba y abajo con los viejos y los nuevos paradigmas; parece claro que lo habido hasta ahora, nos ha conducido al momento que vivimos y, como siempre, ha tenido cosas buenas y cosas que convendría, por el bien de la sociedad, desechar.

En el debate con una buena amiga, intentábamos definir ese nuevo paradigma y llegamos a la conclusión de que no podía hacerse puesto que estaba “en construcción”, no obstante, sí que nos dio pie a poder enumerar algunos aspectos que quería compartir en estas líneas.

Imaginamos ese nuevo paradigma mucho más centrado en las personas, en el colaboracionismo, en la cooperación, en la generosidad, el altruismo y el nosotros, en contraposición con el individualismo (¡ojo, se parece mucho a independencia!!), el egoísmo, y el yo, aunque bien podríamos definir el Ego, como personaje que engulle a la persona.

En ese nuevo paradigma, la persona obtiene un profundo conocimiento de sí misma que le lleva a tener una mayor autoestima al reconocer sus fortalezas y sus retos, sin necesitar el continuo halago de sus iguales para sentirse reconocido. Eso empieza desde la educación a los más pequeños en los hogares (no es casualidad que no diga casas).

Desde la infancia, los niños son animados a quererse a ellos mismos, sin caer en narcisismos ni egolatrías, bien al contrario, es simple y llanamente, no necesitar la lisonja exterior y construir unos sólidos fundamentos en valores y principios, unos cimientos de personalidad robustos, huyendo de la fragilidad que, en muchos casos, vemos hoy en los adultos que en su día fueron criados entre algodones.

Ese nuevo paradigma construye una sociedad en la que cada uno contribuye con su esfuerzo, eliminando los parásitos de todo tipo y condición, borrando de su faz los privilegios absurdos desde su raíz. El exceso se elimina directamente por la propia persona pues carece por completo de sentido y se busca el bien común, donde cada cual aporta aquello en lo que más dotado está, eliminando el efecto Orwell de “Rebelión en la granja”.

Esa sociedad es posible solo desde la generosidad, la interdependencia, la cooperación, la sinceridad y la autenticidad; personas sanas en una sociedad sana, donde los núcleos familiares se consolidan, donde las jornadas de trabajo no se alargan hasta la extenuación, donde los padres ejercen de padres, ponen limites, educan y, ¡como no!, juegan con sus hijos, constituyéndose en ejemplos coherentes y morales para ellos.

Ese es el paradigma que llegamos a imaginar aunque, evidentemente, faltan ahí muchas pinceladas referentes a política, mundo empresarial, trabajo y un sinfín de detalles más que exceden la voluntad de estas líneas centradas tan solo en un reflejo de la construcción de esa nueva sociedad.

Nuevamente, no es fácil ni rápido, pero sí apasionante, retador y enriquecedor, a la par que divertido, ¿te animas a poner tu grano de arena para hacerlo realidad, si es que un modelo así está también en tu esencia?

sábado, 24 de marzo de 2012

EL ÉXITO ERES TÚ (III)


CAPITULO I

 Empezando por el final: El reencuentro (III)

“—Me casé con Ana, en aquella preciosa ermita del barrio del Raval de Barcelona, St.
Pau del Camp. Sencillez y armonía era lo que por aquel entonces respirábamos tanto
ella como yo, al menos en lo que a nuestra vida juntos se refería. “

“—A la ceremonia vinisteis, acuérdate, algo más de un centenar de personas. Tú ibas acompañado por aquella rubia despampanante —y una sonrisa burlona se dibujó en su rostro— La verdad es que era una rubia cañón, de las que hacen época.”

“—Sí— dijo Juan Carlos, volviéndose a mirar a su amigo— Se llamaba Magda Puig, y realmente era una mujer de bandera, la pena es que era el banderín de un montón de tíos más, como bien me recordaste aquel día, entre los vapores del alcohol.”

“—Bueno— prosiguió Pedro— todos bebimos mucho aquel día y seguramente fui de los que menos lo hicieron, porque estaba absolutamente prendado de la soltura y del cariño de Ana, por lo que iba con mucho cuidado al ver que las cosas, cuando se fueron los invitados más serios y la familia, empezaban a desmandarse. Si aquel día hubiera aplicado los tres principios de Sócrates, aquello no habría pasado.”

“— ¿Los tres principios de Sócrates? — preguntó Juan Carlos – Creo que aquello no tuvo nada que ver con el filósofo, si no con el pendón desorejado que yo tenía por  novia, aunque, eso sí, pendón desorejado de muy buena familia.”

“—Yo creo que sí —respondió Pedro— es algo que aprendí después, de un viejo profesor de una escuela de negocios. Un hombre extraordinario, con una extraordinaria filosofía de vida. José María, se llama. ¡Déjame que haga un paréntesis y te cuente, hombre ! — exclamó Pedro, pidiendo un poco de paciencia a Juan Carlos que le miraba con cara de no entender nada. ¿Qué tenía que ver Sócrates con todo aquello?”

“— La verdad es que mis sentimientos de cariño hacia José María son muy profundos, fue una persona que me ha marcado especialmente, por su calidad humana y su entrega a unos valores sin los que, he descubierto que no podría vivir como lo hago ahora.”

A continuación, Pedro relató la historia que José María les había contado un día en clase.

Los tres principios de Sócrates.

Un discípulo llegaba muy azorado a casa de Sócrates diciéndole:
Maestro, uno de los compañeros va hablando de ti con maledicencia a lo que
Sócrates cortó diciéndole:

Espera, antes de proseguir, solo dime si has hecho pasar eso por los tres filtros.

¿Los tres filtros? preguntó el discípulo.

Sí, el primer filtro es LA VERDAD ¿Estás seguro de que lo que me contarás es cierto?

No, a decir verdad, se lo oí decir a unos vecinos.

Bien, vayamos pues al segundo filtro, el de la BONDAD ¿Es bueno para mí que lo
sepa? preguntó Sócrates.

No, es más bien lo contrario, no creo que te guste lo más mínimo respondió el discípulo.

—¡Ah!, vayamos pues al último de los filtros, el de la NECESIDAD ¿Es necesario que
sepa lo que me quieres contar?

Pues no, verdaderamente no.

A lo que Sócrates contestó—: Pues si no es cierto, ni bueno, ni necesario, mejor lo sepultamos en el olvido.”

“— Ese fue el mensaje de mi viejo profesor: no cuentes aquello que no cumpla con la
regla de los tres filtros.”

Pedro descruzó sus piernas y se sentó al borde de la butaca, como queriendo poner más énfasis a sus palabras. “—Recuerdo que aquella noche te conté que Magda se acostaba con media Barcelona o por lo menos, con media docena de amigos de la facultad. Tú te enfadaste pero tuviste el buen criterio de no liarte a tortas— prosiguió Pedro.”

“—No fue por falta de ganas —dijo Juan Carlos— Créeme, lo hubiera hecho, pero me
sacabas y me sigues sacando, más de un palmo de alto y un par de ellos de ancho,
así que….no tenía ganas de acabar en el hospital.”

Juan Carlos tomó aire y prosiguió: “—Lo malo de aquello fue que me dediqué a corroborarlo en las semanas siguientes y descubrí que era cierto que lo contaban, y yo lo creí. Por ese motivo acepté la oferta profesional en Sevilla. Muchos años después descubrí que fue un bulo que lanzó una pretendida amiga suya de la que no recuerdo ni el nombre, ¡diablos, han pasado 25 años!”

“— ¿Qué es lo que descubriste? —preguntó Pedro.”
“—Que fue un montaje de su amiga, la cual estaba loquita por acostarse conmigo y pensó que echar porquería encima de Magda, sería una buena forma de alejarla de mi para ocupar ella su puesto. Me enteré por el propio hermano de Magda, con el que coincidí en una feria en Shanghai, 10 años después, ya casado con Maca. La verdad es que me sentí muy mal durante mucho tiempo. Simplemente di por buena una historia sin preocuparme por darle crédito a la propia interesada, que juraba y perjuraba que eso era falso.”

martes, 20 de marzo de 2012

EL ÉXITO ERES TÚ (II)


CAPITULO I

 Empezando por el final: El reencuentro (II)
“—En TORTEL estuve 3 años, el tiempo suficiente para aprender los tejemanejes de
la gestión y el liderazgo de personas. Allí tuve a quien me enseñó verdaderamente lo
que se podía conseguir con personas bien motivadas, bien formadas y con ambición.
Renovales, mi jefe allí, consiguió de mí jornadas de 14 horas, trabajos de fin de semana, viajes interminables, reuniones con personas de las que aprendía en todo momento…Un gran tipo Renovales, siempre con una palabra amable, con una palabra de ánimo que sabía llegar a lo más profundo de mi ambición. En aquella época lo único que me importaba era demostrarme a mí mismo que podía con todo, fuera lo que fuera; sentía la necesidad de demostrarle a mis padres, a Ana y a mis amigos que realmente era una persona capaz de llegar muy lejos…, aunque tengo que confesarte que, en mi interior, tenía grandes dudas y, de hecho, invertía mucho más tiempo que otros colegas para conseguir los mismos resultados que ellos.”

Juan Carlos escuchaba a su amigo con una mezcla de curiosidad, cariño, -ese cariño
que solo los amigos de verdad podían dar-, e inquietud.



El teléfono les sacó de esa burbuja de complicidad en la que se habían sumergido.
Pedro se levantó con tranquilidad, sin prisas y contestó.

“—Hola Ana. Sí, estoy aquí, en Calella, con Juan Carlos, poniéndonos al día de estos
últimos veintitantos años. Sí, no sufras, estamos en casa y a cubierto y, con el ruido
que hace el viento, no creo que salgamos en los próximos tres días. El mar está embravecido, precioso, con esa furia que solo el Mediterráneo puede tener.”

“—Era Ana—comentó Pedro, volviéndose a sentar – siempre está pendiente de mí, especialmente ahora. La verdad es que no sé si habría podido pasar todo esto con alguien que no fuera ella.”

Juan Carlos asintió comprensivo ya que veía en los ojos de su amigo la emoción
contenida.

Pedro cruzó las piernas, y con un gesto mecánico se colocó el pantalón. Mirando al fuego continuó:

“—Bien, en TORTEL, pasé una magnífica temporada y cuando me iba a casar,
llegó mi nueva oportunidad. Ya no era el becario, había sido promocionado a Responsable de Área.  Y entonces recibí aquella llamada del profe de la Facultad, Maquiavelo le llamábamos ¿recuerdas?, porque nunca tenía un pensamiento bueno en la cabeza.”

“—En aquel momento yo tenía a mi cargo un equipo de 10 personas, y a mi prometida
Ana, técnico del Departamento de Recursos Humanos. Nos acabábamos de
comprometer y todo iba viento en popa. Incluso, como tenía que desplazarme bastante, me pusieron coche de empresa, un Seat Ritmo, con aquel horroroso
color amarillento corporativo, —rememoraba Pedro.”

Afuera, la fuerza del viento crecía y el ruido se hacía, como siempre, ensordecedor si estabas a la intemperie. La fiereza de una tormenta en la Costa Brava se desataba en todo su esplendor aquella tarde.

“—Sí—intervino Juan Carlos—, fue entonces cuando empezaste a tener un
comportamiento un tanto atípico; poco más o menos tan fiero como el que está
mostrando ahí fuera la tramontana y que nos llevó a aquel estúpido malentendido que
nos tuvo separados 25 años.”

Mirando a su amigo a los ojos, Pedro asintió:

“—Así es; fue entonces cuando toda aquella cadena de mensajes sin
sentido pusieron un paréntesis en una relación que llevaba 20 años haciéndonos
pasar épocas memorables—. Tomó aliento y prosiguió—:Pero déjame que te cuente cómo fue aquello y cómo creo que se desencadenó toda la secuencia y, lo que es más importante, como fui descubriendo el peor de los infiernos y la mayor de las fortunas.”


Pedro dio un largo sorbo a su té que bajo caliente por su garganta, produciéndole el
mismo bienestar por dentro que por fuera, al calor de aquel fuego que bañaba sus caras, dándoles un reflejo rojizo.
Juan Carlos aprovechó la pausa de Pedro para levantarse y pegar su nariz al cristal para ver el espectáculo del viento que se desarrollaba tras la ventana. Oyó a su espalda la voz de Pedro que proseguía con su relato...

domingo, 18 de marzo de 2012

El Equipo como Sistema y su emocionalidad


Está claro que cada uno de nosotros formamos parte de una gran cantidad de sistemas, tomando como tales, grupos de personas que están relacionadas por cierto tipo de vínculos y que interaccionan entre ellas de un modo u otro. De estos, algunos los podemos considerar de referencia, aquellos en los que nos sentimos realmente implicados y en los que interactuamos de una forma plenamente consciente.

Cualquier acción que yo realizo, impacta en el sistema, como cualquier cambio que se genera en él, me impacta también a mi; podríamos decir que es reciprocidad pura, el sistema es en la medida en que yo soy, como yo soy en la medida que el sistema es. El simple cambio de mi posicionamiento en el sistema, generará un cambio en él.

Algo en lo que no solemos pararnos a pensar igual, es la interacción emocional que se produce en un sistema (pensemos en nuestra familia, grupo de amigos, empresa, Equipo de trabajo, institución a las que estamos afiliados, etc.). ¡El sistema siente!, ¡tiene emociones!.

Pensemos en que tenemos una comida en casa con nuestro grupo de amigos y el ambiente de alegría ilumina la sala, eso es el sentir del colectivo, más allá del sentir de cada uno de los miembros que lo componen.

Eso mismo ocurre con los Equipos de trabajo, tienen sentimientos, piensan, razonan, en la medida en que sus miembros lo hacen, provocando un rendimiento determinado; es por ello que consideramos imprescindible ser conocedores de ello para poder influir en la medida necesaria en cada caso.

Los conflictos no gestionados, los resentimientos, como la pasión común, el crecimiento y la alegría, son emociones que anidan en el seno de los Equipos y a los que será bueno dar salida, en ocasiones de una forma ordenada y, en otras, de un modo catártico, con el caos como principal exponente, aunque siempre con una posterior reconducción que nos permita aprendizaje y crecimiento.

El acompañamiento de Equipos (Coaching de Equipos) pretende precisamente eso, sacar a la luz la realidad, desvelar el momento actual del equipo, determinar objetivos y articular planes de acción que nos permitan la transformación hacia donde pretendamos ir, con el mayor conocimiento de todos los factores que inciden en el mismo.

Es real, es posible, ¿vamos juntos?

El éxito eres Tu (I)


Tal como os anunciaba en mi último post, en las próximas semanas, iré desgranando el contenido de esta pequeña historia real de un ser imaginario que, perfectamente, podrías ser tu

CAPITULO I

 Empezando por el final: El reencuentro (I)

­“—Cuando miro hacia atrás y contemplo el trabajo que ha habido en estos últimos años, veo también el sufrimiento y la negación que me hacía a mí mismo.”

Estas palabras se las contaba Pedro a su buen amigo Juan Carlos, con quien había recuperado una relación que, durante mucho tiempo, había estado perdida en el cajón de los buenos recuerdos. La conversación se desarrollaba en un pequeño pueblo de la Costa Brava, Calella de Palafrugell, a tan solo una hora de Barcelona y a unos pocos kilómetros de Girona, en una tarde fría de invierno, crudo y desabrido en aquella zona.

Pedro había hecho un camino intenso, un camino de alegría, de plenitud, pero también
un camino de descubrimientos que le permitieron reencontrarse consigo mismo, sin
escatimar sufrimientos, como si de piel herida y putrefacta se tratara, teniendo que
frotar con el estropajo hasta que el tejido despareciera; de algún modo, había sido un renacer.

“—Pero Pedro, tú eras un hombre de éxito, de hecho, lo sigues siendo, ¿qué es lo que ha cambiado tanto? —le pregunta Juan Carlos, ante la mirada perdida y risueña de Pedro.”

“—Déjame que te cuente la historia desde su principio, pero déjame que lo haga a la
lumbre de la chimenea, que el frío me está calando los huesos, y ese es uno de los
placeres que no nos pueden arrebatar —respondió Pedro.”

Arrancaron a caminar desde los soportales de la playa, hacia la casa que se ubicaba
en un mirador privilegiado del pueblo. El olor a sal procedente del mar era muy intenso
y se adivinaba la entrada de la Tramontana en unas horas, por lo que convenía
ponerse a resguardo, encender un buen fuego y poner a calentar agua para saborear
uno de los tés a los que ambos eran tan aficionados.

Entraron en la casa, una edificación sencilla, acogedora, con el olor a una casa que se sabía disfrutada, con aroma a leña quemada, a cera de muebles y a bienestar, aunque también había sido testigo de sentimientos como la angustia, la inquietud y la desesperación.

El sonido de la bullote indicando que el agua hervía sacó a Pedro de sus pensamientos y, mientras preparaba el té, Juan Carlos se encargó de prender el fuego en la chimenea, asegurándose de que estuviera encendido un buen rato sin que les molestara; intuía que la historia que le iba a contar Pedro, bien valía su máxima
atención.

Pedro colocó la bandeja con las tazas y unas galletas sobre una mesita baja entre las dos butacas con orejas, unos sillones de cretona con colores cálidos que dejaban adivinar su comodidad e invitaban a la tranquilidad y a la confidencia. Del reloj les llegó el sonido de siete campanadas y, por la ventana, tan solo algunas luces aparecían encendidas mientras el viento empezaba a soplar con fuerza. La Tramontana había adelantado su llegada.

 La voz de Pedro sonó profunda en la quietud de la sala.

“—Todo empezó cuando salimos de la Facultad. Recordarás que nunca brillé
mucho en los estudios pero fui lo suficientemente hábil como para ir sacando
los cursos por año. Mi ambición me llevó a ser el Delegado de curso, a presentarme a
la elecciones para el Consejo de la Universidad, y siempre con un éxito que a mí mismo no dejaba de sorprenderme. La vida siguió siendo generosa conmigo: antes de acabar la carrera encontré mi primer empleo como becario en TORTEL, aquella empresa dedicada a la instalación y mantenimiento de elementos de seguridad. Allí además conocí a Ana, la que hoy es mi esposa y a la que tengo que agradecer  una buena parte de la plenitud en mi vida, tanto cuando triunfaba, como cuando entré en crisis o cuando empecé a salir del agujero.”

“—Recuerdo cuando la conocí -dijo Juan Carlos—. Pero fue después de vuestra
boda, y de eso hace ya 25 años, cuando te perdí la pista tras nuestra pelea. Yo me trasladé a Sevilla, conocí a Macarena, y no quise saber nada más de ti, hasta que recibí aquella llamada tuya y no pude dejar de venir.”

“—Sí, fue muy importante para mí que estuvieras a mi lado, que pudiera pedirte perdón, que tu generosidad te permitiera disculpar mi soberbia y, en una palabra, que pudiera recuperar a una de las personas que tan importantes habían sido para mí— le respondió Pedro.”

Pedro continuó tras un sorbo de té.

“—Como bien sabes, mi carrera fue meteórica.”

“—Sí—replicó Juan Carlos—, recuerdo haber leído algo sobre ti en los periódicos económicos pero, la verdad es que el rencor me impedía considerar tan siquiera la posibilidad leer esas noticias. Mis padres no sabían de nuestra bronca y de vez en cuando me iban dando algún detalle, que si Pedro esto, que si Pedro aquello, y yo tragando  quina.”

Pedro miró hacia la ventana, como viendo pasar ante sus ojos aquella etapa de su vida.

jueves, 15 de marzo de 2012

Presentación de “El éxito eres tu”


Hace ya algún tiempo que venía dándole vueltas al tema de si publicar el libro que estaba escribiendo a través de alguna editorial, o hacerlo directamente a través del blog y, como una cosa no excluye a la otra, he pensado que sería bueno empezar en el blog y ya veremos como se desarrollan los acontecimientos.

Tengo la necesidad de compartir una historia de un personaje imaginario que, no obstante, es el fiel reflejo de algunas personas que he conocido a lo largo de mi carrera profesional. No busquéis a nadie en concreto, ya que es la mezcla de diferentes personas, hombres y mujeres, que pasaron por historias muy parecidas a las que veréis reflejadas en estas páginas.

Iré colgando estas páginas periódicamente, los martes y los jueves por la mañana para que, de ese modo, las personas interesadas, puedan ir desgranando la historia que, tal como os decía, es un relato muy real de un personaje imaginario en el cual, muy posiblemente, te verás reflejado.

Lo que pretende esta historia no es más que llevar a la reflexión a la persona que la lea y, por tanto, las interpretaciones van a ser múltiples, todas ellas acertadas, todas ellas buenas, porque no pretende emitir juicios si no, bien al contrario, que cada cual saque sus propias conclusiones de lo expuesto.

Si algo de lo leído consigue remover tu interior, me daré por más que satisfecho y, si quieres compartir algunas de esas reflexiones con los lectores de este blog reseñándolas aquí, participarás en el crecimiento de todos nosotros porque, a buen seguro, tus palabras serán catalizadoras de nuestro aprendizaje.

Si te animas a acompañarnos, bienvenido a este viaje que auguro apasionante y no exento de emociones intensas. No tengas prisa y disfruta del ahora cuando lo leas, ya que está escrito para paladearlo como una buena sopa, no para ser engullido como si de un Fast food se tratara.

¿Querrás acompañarnos el próximo martes?

miércoles, 14 de marzo de 2012

Un genio del siglo XX, Steve Jobs


Terminando su biografía no he podido por menos que lanzarme a escribir estas líneas sin pretender, en ningún caso, juzgar a la persona, aunque sí quizás dar mi opinión sobre el personaje.

Sigo pensando que en la raza humana somos tremendamente injustos cuando subimos a alguien al pedestal y le convertimos en un ídolo; injusto para el idolatrado e injusto para el creador del ícono y sus seguidores. Injustos porque divinizamos a alguien y le convertimos en irreal, llevándole a un nivel de exigencia que, simplemente, no es de este planeta.

Al leer su historia, lo primero que me viene a la cabeza es que, posiblemente, hacía falta una persona con esas características para crear algo como lo que creó y que, posiblemente, está viviendo uno de sus momentos de esplendor. Apasionado, exigente hasta la extenuación, riguroso y ególatra hasta niveles máximos.

Es seguro que alguien más avezado que yo en este tipo de diagnósticos, podría describir algún tipo de trastorno de manual, aunque está claro que veía el mundo según su propio patrón de conducta y percepción sin considerar, si quiera, que pudiera existir otro modo de verlo, es decir, había una clara confusión entre el mapa y el territorio, considerando como única SU verdad.

Trabajar con personas de este talante, suele ser tarea harto compleja, si bien es cierto que suelen cosechar grandes éxitos de los que la historia está llena, no obstante, no me alineo con ese tipo de éxitos, es más, me distancio el máximo posible de sus creadores.

No concibo un tipo de trabajo en Equipo en el que el insulto y la vejación sean el elemento de motivación, como no comprendo que ignorar a una persona sea una de las praxis en un Equipo de trabajo, o distorsionar la realidad la más común de las tareas.

Sí, es cierto que “lo hicieron porque era imposible” es una excelente frase para definir como podemos hacer saltar por los aires las realidades previstas y hacerlas mucho mayores, pero de ahí a provocar una distorsión de la realidad, hay todo un abismo.

Me queda la duda de dónde acaba el personaje y empieza la persona pero, en cualquier caso, está claro que fue uno de los grandes personajes del Siglo XX.

domingo, 11 de marzo de 2012

Coaching, el transito hacia mi mismo


No sé si hay palabro que haya sido tan prostituído como este, aunque quizás la Inteligencia Emocional, también lo fue en su día. Hoy por hoy, nos encontramos con multiplicidad de conceptos a los que se les añade la palabra como prefijo o sufijo, quien sabe con qué intenciones.

Como Coach profesional puedo hablaros de los procesos de transformación que he podido acompañar en estos años, ya sea a nivel de Organizaciones o a nivel estrictamente Personal. Fijaros que hablo más de transformación que de cambios, puesto que entiendo los primeros como la construcción de unos hábitos que nos puedan llevar allá donde queramos ir, frente a lo efímero que supone algo que no se sostiene en mis comportamientos.

El proceso de Coaching es útil cuando la persona quiere realmente asumir un objetivo que para ella es importante, y aquí podemos hablar de cualquier faceta de nuestra Vida, siempre que no implique una patología, ya que entonces el profesional más adecuado será un psicólogo o psiquiatra, en función del caso.

Si la persona no está dispuesta a implicarse al 100% en esa transformación, lo más posible es que el proceso no culmine con éxito, algo que muchos de nosotros hemos podido comprobar en alguna ocasión y, en mi caso, se produjo con un cliente corporativo, al que la empresa sometió con una fuerte resistencia que devino en un completo bloqueo que nos llevó a abortar el mismo.

A partir de ahí, la complicidad entre Coach y Coachee (nombre que recibe la persona que inicia el camino), deviene absolutamente fundamental ya que la confianza es el primero de los pilares en los que se basa nuestra relación, ya sea con una persona o con un equipo de ellas.

En un proceso de Coaching, y fijaros que no hablo de sesión si no de proceso ya que una sola resulta a todas luces insuficiente, la persona se sorprenderá de su propio potencial, de las decisiones que están a su alcance, de la cantidad de limitaciones autoimpuestas por no escucharse a sí misma y, en resumen, de su grandeza.

Transitaremos por caminos interiores que no siempre resultarán agradables pero que siempre serán necesarios; caminos de uno mismo que en ocasiones se ocultan tras frondosos bosques de egos, temores o filtros mentales y que nos llevan a la visión de nuestra esencia. También encontraremos sendas maravillosas de ese mismo interior, algunas de las cuales también habremos mantenido ocultas por el propio miedo a brillar.

¿Te apetece iniciar este camino?