miércoles, 29 de febrero de 2012

Paren el mundo que me bajo


Esta mañana asistía a unas jornadas para profesionales de la gestión de personas, donde he podido escuchar algunas ponencias realmente magníficas junto a otra kafkiana, digna del peor de mis sueños y me explico.

El conferenciante, en un momento de su exposición, ha lanzado el siguiente mensaje: para conservar tu puesto de trabajo, otro tiene que perderlo.

Lo siento, paren su mundo que me bajo, si es que alguna vez estuve subido en él. Me ha parecido verdaderamente deleznable su afirmación, digna de una película catatrofista del tipo MAD MAX o similares.

De lo que este hombre hablaba, era de que esa mal llamada competitividad, exige que otro pierda lo suyo para que tu conserves lo tuyo, es decir, la ley de la selva, en la que con el machete en mano, defendemos nuestros intereses solo a costa de otros.

Llamarme naif, pero hay otros modos de que todos podamos tener lo que en justicia nos corresponde. No sé si se relaciona con viejos o nuevos paradigmas, si los mayas tendrán algo que ver en este sinsentido o si, simplemente, hay una serie de terroristas sociales que preconizan el más salvaje de los capitalismos y de los egoísmos con no se sabe que intereses.

Hablo de un mundo de cooperación, de coopetición, de generosidad, de altruismo, de crecimiento, de ir juntos, de sostenibilidad, de todo eso hablo, con el convencimiento de que ello es posible, ni que sea porque lo estoy viviendo en mis propias carnes.

Desde estas líneas abogo por impulsar un mundo distinto, tal y como os comentaba, un mundo del que nos podamos sentir orgullosos ante nuestros hijos, en lugar de sentirnos avergonzados. No es válido el argumento de la simplicidad y de la corrupción imperante, no lo es si no quieres que lo sea.

Señor conferenciante, quédese usted con ese mundo, yo no lo quiero para nada, y creo que habrá un montón de gente que tampoco quiere habitar en el ¿o si?

domingo, 26 de febrero de 2012

Fuerza cotidiana


Cada día me impresiona más comprobar como tenemos realidades cotidianas que sobrepasan, y en mucho, la grandeza que nos muestran los medios de comunicación sobre deportistas y personajes de renombre.

Cada día, si prestamos atención y bajamos hasta un nivel de profundidad adecuado, podemos constatar como los enormes esfuerzos callados realizados por millares de personas, tienen su recompensa, quizás no mediática, pero sí en sus interiores y en el entorno que nos envuelve que es, al fin y al cabo, lo que debiera realmente interesarnos.

Personas con pasados intensos, con presentes dolorosos, con vivencias al límite que deciden seguir adelante con sus vidas, pese a quien pese y a lo que suceda; personas que creen en sí mismas aunque en ocasiones puedan aparecer dudas, héroes del día a día que saben construir su presente y su futuro, aún y de una forma incierta.

Hay quien sostiene que ya no le quedan fuerzas para ello, pero no hay más que pensar en el sentido de nuestra vida para ver que realmente hay un presente por vivir, quizás difícil, quizás doloroso, pero presente al fin, que nos llevará a esa casa del mañana que tanto hemos soñado.

Miro a esas personas anónimas y pienso en su grandeza, en su fortaleza, apenas reconocida por ellas mismas. No cejan en su empeño de levantarse una vez, y otra, y otra más, sin desfallecer aunque en ocasiones fuera eso lo que el cuerpo les pediría.

No hace mucho, alguien me decía que estaba harta de obviedades, pero es que no por obvias, las cosas son menos ciertas, como todas y cada una de esas almas que renacen a diario en sí mismas.

Hoy es un regalo, sea como sea ese hoy, porque nos ofrece la posibilidad de vivirlo intensamente, pensando que ya nunca retornará, como no retorna jamás el mismo río ni la misma ola . Ayer ya no existe y mañana está por llegar, así que casi mejor que nos aseguremos de que habitamos el día con todos nuestros sentidos.

Hoy te miraba a los ojos y sentía tu renacer, estás aquí.

viernes, 24 de febrero de 2012

¡Quedan Valientes!!


Recorrí kilómetros y kilómetros buscando esos ingredientes que permiten la innovación: la creatividad, la confianza, el coraje, la valentía, pero no había forma de encontrarlo.

Recorrí gobiernos e instituciones y solo encontré miedos, egos y soberbias o, en una palabra, ansias de poder, sin poder hallar esa confianza que buscaba. Me hablaron de países en los que en su día todos esos ingredientes estuvieron en épocas de transición, uniendo pueblos y derrocando reyezuelos de república bananera.

Acudí a empresas y volví a encontrarme con cosas parecidas, si bien es cierto que existían grupos de personas que luchaban hasta la exasperación por mantener unos ideales y unos valores, tanto en grandes como en pequeñas organizaciones, aunque parecía que la mayor parte de ellas, tan solo llevaran gafas para ver de cerca.

Pensé entonces en los representantes de los trabajadores, otrora tan útiles para la sociedad y descubrí grandes dosis de protagonismo y muy pocas de auténtica representación social. Cada organización estiraba hacia un lado sin preocuparse en exceso del estado de su, teóricamente, protegido.

Me uní a manifestaciones populares y descubrí en ellas a líderes más preocupados por sus propios intereses que por los de la comunidad. La gran farsa de la representación popular a gran escala, atacando comercios y menoscabando la libertad del prójimo.

Supuse que aquello que buscaba ya habría desparecido de la faz de la tierra, hasta que se me ocurrió entrar en un parvulario, una de esas escuelas para chiquitines de entre 3 y 5 años. Allí descubrí maestros con caras ilusionadas, pequeñajos con ojos desbordantes, escuchando por los ojos y oyendo con sus miradas.

Ellos desconocían esos miedos de los adultos, no habían tapujos, las cosas se llamaban por su nombre y, aunque esos guías de su desarrollo marcaban unos límites, seguían correteando ajenos a los peligros de la brecha en la frente y, de hecho, más de una rodilla lucía las medallas de la costra y el repelón.

Realmente, en los niños pude encontrar esos diamantes del comportamiento, esas joyas del valor.

¿Seguimos buscando juntos esos pozos de futuro?

martes, 21 de febrero de 2012

Apegos


Leía en el libro “Amanecer en el desierto” de Waris Dirie, que los nómadas somalíes, no acaparan más posesiones que aquellas que pueden transportar en su tránsito de un lugar a otro o, lo que podríamos llamar, ir ligeros de equipaje.

Cada día que pasa, veo como nuestra civilización tiene una gran necesidad de posesiones o de recuerdos físicos o….y voy siendo consciente de que no son más que cadenas que nos atan y que nos limitan impidiendo ese movimiento de los nómadas, quizás no en el espacio, pero sí en el espíritu.

Nuestra mochila no podrá contener más cosas si no la vaciamos antes, así que bueno será ir aligerando esa carga y dejarla liviana para que realmente tenga cabida aquello que sea imprescindible para nuestro viaje.

¿Qué es realmente importante para mí?, todo lo que no lo sea, es prescindible y podemos dejarlo en el camino, liberándonos de una carga que no ha de aportarnos nada.

Montones de cosas y de personas con las que tenemos un apego enfermizo, de las que no podemos prescindir….hasta que nos vemos obligados a ello y comprobamos, no sin dolor en la mayoría de ocasiones, que no suponía algo capital para nosotros.

Especial incidencia tiene esto con las personas, con amigos, pareja, padres, hijos, colegas, ya que más allá de la pertenencia, percibimos sentimientos muy profundos por ellos, sin llegar a imaginarnos como puede ser la vida sin su presencia.

Un día las personas parten, quizás tan solo de nuestro lado o tal vez de su propio cuerpo pero, en cualquier caso, dejamos de tenerlos con nosotros y eso es algo que debemos aceptar, ya que el camino de cada cual debe realizarse, sean cuales sean nuestros deseos.

La riqueza de cada uno está en su interior más que en sus posesiones terrenales y, esa, nadie se la podrá quitar, nadie tendrá el poder para despojarnos de nuestra esencia, de nuestros sentimientos, de nuestros sueños, anhelos, alegrías y tristezas.

¿Qué cadenas te estás creando con tus apegos?

domingo, 19 de febrero de 2012

Del Grupo al Equipo. El éxito de la Organización (6/6)


Desatender los resultados.

Nos encontramos ya con la última de las cinco disfunciones según Lencioni. Un Equipo no sobrevivirá si no se centra en los resultados globales, por más confianza, gestión del conflicto o autoresponsabilidad.

Aquí es donde nos encontramos con aquellas organizaciones que premian la acción individual, que potencian las carreras de uno u otro, en la que los individuos optan por conseguir sus propios resultados, sin importar los de la globalidad, algo habitual de ver en cualquier tipo de organización en la que cada parte, buscará su propio resultado.

Todos hemos vivido, o vivimos todavía, en organizaciones o equipos en los que los egos prevalecen sobre el bien del conjunto, donde la metavisión o visión de pájaro, no se considera ya que se teme el incumplimiento de los propios objetivos, en ocasiones contrapuestos con los del conjunto, lo cual nos da pistas sobre la función del líder en este caso.

Equipos en los que la estanqueidad de sus departamentos, hacen inviable poder ir todos a una, considerando la globalidad como el premio a alcanzar. A fin de cuentas, de poco servirá alcanzar los objetivos de Ventas si la empresa va a la quiebra.

Cuando un individuo es capaz de realizar sacrificios por bien del colectivo, vemos que vamos en la dirección apropiada, siendo esos los comportamientos a potenciar. Ganamos todos como perdemos todos sin excepción.

Si el Equipo es capaz de gestionar estas cinco disfunciones, podemos comprobar como los resultados, sean de la tipología que fueren, mejoran de un modo exponencial, llegando a cotas difícilmente imaginables de otro modo.

Si prestamos atención, veremos que no es algo tremendamente complejo si no, más bien, puro sentido común, no obstante, la complejidad viene a la ahora de implementarlo, ya que entran en juego sensaciones, sentimientos, egos o desconfianza, aspectos estos que deberán ser custodiados por el garante de los mismos: el líder del Equipo, quien no deberá dejar de velar por ellos ya que, en tiempos difíciles, es fácil volver a antiguas costumbres, a antiguos paradigmas.

¿Ven todos los miembros de tu Equipo el objetivo como un objetivo global?

miércoles, 15 de febrero de 2012

Del Grupo al Equipo. El éxito de la Organización (5/6)


Evadir la responsabilidad.

Cuando en un Equipo hablamos de evadir la responsabilidad, no estamos hablando de que un miembro “escurra el bulto” y no cumpla con su compromiso, ya que esa sería la disfunción anterior, aquí hablamos de eludir la responsabilidad de ser un garante del buen comportamiento de todos y cada uno de los miembros del Equipo.

Y es que ese debería ser un rol asumido naturalmente por todos los miembros, todo y la incomodidad que supone llamar la atención a un compañero sobre su comportamiento respecto al buen funcionamiento del Equipo o a los compromisos aceptados.

He sido parte y observador de este tipo de actuaciones y, cuando se producen desde la perspectiva del bien del Equipo, la verdad es que provoca unos resultados espectaculares, especialmente cuando de lo que se trata es de transformación, de cambio de hábitos o de la consecución de determinados objetivos.

De hecho, todos se hacen responsables mutuamente, con lo que los estándares de Calidad aumentan exponencialmente.

En demasiadas ocasiones, el hecho de buscar la comodidad, nos impide actuar de ese modo, alentando la mediocridad y cargando la responsabilidad únicamente en el líder, con lo que ese liderazgo compartido, pierde su sentido y se entroniza el ejercicio del poder según los antiguos paradigmas.

Como podemos ver, a partir de ese momento, se asume un compromiso mucho mayor, se aumentan los estándares y el deseo de cumplir con la parte asignada, hace que sea una práctica innecesaria.

La publicación de los hitos intermedios de cualquier proyecto, de las bases de funcionamiento, de los objetivos parciales o totales, animará al colectivo a tomar conciencia de la necesidad de mantener un tono elevado en el cumplimiento de su parte de responsabilidad ya que, sin ella, el objetivo global, se torna imposible y genera frustración.

¿Tenemos la valentía de advertir a nuestro compañero sobre su actuación o nos dejamos ir en caída libre hacia la mediocridad?

domingo, 12 de febrero de 2012

Del Grupo al Equipo. El éxito de la Organización (4/6)


Falta de compromiso

Tal como hemos visto hasta ahora, las dos disfunciones anteriores nos llevan sin duda alguna hasta esta tercera y es que, sin confianza y temiendo al conflicto, es prácticamente imposible que pueda existir compromiso con el Equipo.

Cuando hablamos de compromiso por parte del Equipo, hablamos de que todos sus miembros se mueven como una piña, aún y cuando las decisiones adoptadas, no se ajustan a lo que hubieran deseado, es decir, se ejercita el consenso, esto es, que aunque no sea mi opción la elegida, la defenderé a ultranza y lucharé por ella.

En este estado de compromiso, el egoísmo desaparece, aflora la máxima generosidad, la fuerza, la unión y aquello que parecía imposible, comienza a tomar cuerpo.

El compromiso significa también coherencia entre lo que ofrezco y lo que entrego efectivamente, mostrándome franco y aceptando mis limitaciones y áreas de mejora; dicho de otro modo, es mejor comprometerme a dar un 20% de mi tiempo a esto de forma completa y hacerlo efectivamente, que comprometerme a un 50 y dar tan solo ese 20%, ¿la diferencia?, el Equipo sabe con los recursos de los que puede disponer y, por tanto, realiza una planificación ajustada.

Cuando asumo ese compromiso tras un debate acalorado y hago mía la decisión de la mayoría, asumo también todas sus consecuencias, tanto las del éxito como las del posible fracaso, por lo que no cabe la culpabilización de nadie y sí, por el contrario, el éxito sin paliativos de la actuación como un bloque.

Esto hará que en una organización, no se observen fisuras, exista coherencia y la transmisión en todas direcciones, sea clara y honesta. Seguro que todos hemos visto a aquel miembro del Equipo de Dirección diciendo algo como ya sé que no tiene sentido, pero lo ha decidido el consejo, con lo cual lo que hace es difundir la falta de unión y compromiso de sus miembros, algo que sin duda alguna, calará en la Organización.

Seamos valientes y actuemos todos como uno, aceptando incluso aquellas decisiones que nos resultan incómodas, por el bien del colectivo y, especialmente, seamos coherentes en nuestros ofrecimientos ya que a nadie beneficia que te retires sin haber cumplido tu compromiso.

¿Qué harás para mejorar tu compromiso con el Equipo?

miércoles, 8 de febrero de 2012

Del Grupo al Equipo. El éxito de la Organización (3/6)


Temor al conflicto

Todo debe ser políticamente correcto, no deben haber desacuerdos, no pueden haber estridencias, todo debe ser una mar calma….mientras el conflicto erosiona los órganos vitales de la organización.

Podemos encontrar dos tipos de conflicto, aquellos que podríamos llamar mezquinos, ruines, con ataques personales y cobardes en desacuerdos por resolver, donde los contendientes luchan por el poder de la forma más despiadada y cuyos resultados pueden ser nefastos, pero que conviene resolver lo antes posible, y aquellos en los que la propia defensa de los puntos de vista, hacen subir la temperatura.

Tanto en unos como en otros, impedir que se gestionen, u ocultarlos como si no existiesen, únicamente nos van a provocar que la infección se vaya extendiendo bajo la epidermis, lacerando más y más unas relaciones que pueden llegar a un punto sin retorno.

En el segundo tipo de conflicto, el apasionamiento, los diferentes puntos de vista, provocarán un enriquecimiento de todas las partes y un intento de sofocarlos sin que se agote el discurso, lo único que provocará será impedir que soluciones diversas y creativas puedan salir a la luz.

El apasionamiento, la exposición firme de unas creencias, sin ningún tipo de agresión personal, hace que el Equipo salga fortalecido y sus componentes aprendan a gestionar las diferencias de criterio, pudiendo contemplar las opciones contrapuestas sin que sean percibidas como ataques si no, bien al contrario, como formas distintas de apreciar los mismos elementos.

Una gestión adecuada del conflicto, no provocará más que la sana ventilación de las diferencias existentes, aunque realmente puedan haber algunos líderes que sientan total aversión hacia él.

Puede resultar del máximo interés que ese líder sea capaz de leer el campo emocional del Equipo, poniendo sobre la mesa los estados que se detectan y que no afloran, ya sean de frustración o de alegría, puesto que hacer un caso omiso de ellos, no hará que desaparezcan si no que posiblemente se intensificarán hasta cronificarse.

Cuando el Equipo es capaz de obviar los conflictos personales y gestionar los ideológicos, el Equipo entra en una nueva etapa de madurez en el que es posible despersonalizar cualquier tipo de debate y, por tanto, de crecer con el mismo.

¿Cómo gestionarás hoy ese conflicto que sabes existente en tu Equipo? ¿O prefieres la calma aparente?

lunes, 6 de febrero de 2012

Del Grupo al Equipo. El éxito de la Organización (2/6)


Falta de confianza

Quiero compartir mis conocimientos, mis contactos, mi experiencia pero…no acabo de confiar en el equipo. Esta es una de las principales disfunciones del Equipo, una especie de gangrena que cercena la colaboración entre los miembros de un colectivo, levanta barreras y dispersa energías, focalizándolas en una defensa que, en ningún caso, debiera existir.

Esto ocurre cando las personas que lo componen no se sienten seguras dentro de él, cuando no creen que el resto tenga buenas intenciones que les permitan estar tranquilos y, por tanto, deben estar a la defensiva, algo que se nota en el propio Equipo y en toda la Organización a la que pertenezcan, ya que el efecto cascada lleva estas consecuencias en todas direcciones.

El ambiente se nota cargado, todos los correos salen con copia, se guardan comprobantes de cosas absurdas y se llega al paroxismo de la paranoia, viendo cosas donde no las hay y buscando la peor de las interpretaciones a hechos cotidianos.

Sinceridad, valentía, desapego, generosidad y fe son algunas de las especies que condimentan el guiso de la confianza. Sin ellas sencillamente deviene imposible.

Leía en una ocasión que la confianza es como una cuenta bancaria en la que, por cada reintegro, se requieren siete ingresos o, dicho de otro modo, una vez perdida, es complejo recuperarla.

Sin la confianza, el Equipo es incapaz de asumir sus retos en libertad, con valentía y sin miedos internos, ya que la paranoia que expresábamos antes, nos hace ver enemigos por un lado y por otro.

Cuando esta confianza se ha perdido, proponemos realizar un catarsis, un ejercicio de comunicación directa en la que la generosidad y la valentía, sean los máximos representantes, permitiendo que salgan a la luz todas las causas que han causado tal situación, siempre entendiendo que esta intervención se realiza en un entorno seguro, es decir, un entorno que permite una comunicación sin represalias y en las que el espíritu de empatía está presente como invitado principal.

Solo esa fe en las personas y una generosidad extrema permitirá devolver las aguas a su cauce, con la posibilidad de que hayan quedado partes anegadas de difícil recuperación, a las cuales habrá que dar el adecuado tratamiento.

Identifica cual es el grado de confianza en tu Equipo y dinos, ¿dónde llegaría si fuera óptima?

sábado, 4 de febrero de 2012

Del Grupo al Equipo. El éxito de la Organización (1/6)


Quizás una de las confusiones más habituales en organizaciones e instituciones, sea la confusión entre Grupo y Equipo, algo que se parece por la composición pero que, es considerablemente distinto, aunque bien es cierto que un conjunto de personas puede ir del uno hacia el otro, en una dirección con gran esfuerzo y, en la otra, con tremenda rapidez.

En el Equipo, ese conjunto de personas tiene un objetivo común que está por encima de los objetivos personales y todos los recursos, van encaminados hacia ese fin implicando renuncias, elecciones, generosidad y empatía.

¡Tocado!, estoy convencido de que en este momento tienes en mente algún conjunto de personas que se consideran un Equipo y al que no ves más que como un burdo grupo cuyo líder, puede estar lejos de conocer la diferencia entre ambos, bien por incapacidad, bien por tener un ego que le impide ver aquello que no sea su propia gloria.

Cuando uno trabaja en un Equipo, realmente nota la diferencia, y es que las cosas fluyen de un modo que eleva exponencialmente los beneficios para los individuos y para el conjunto como tal. Veamos que es lo que le ocurre al Equipo y lo transforma en un Grupo.

No hablaremos de nada nuevo, es algo que ya encontramos en una breve y excelente obra: Lencioni. P (2003). Las cinco disfunciones de un equipo. Barcelona: Ediciones Urano.

En este fantástico texto, encontramos qué es lo que ocurre en un Equipo, y es que por más que haya quien se empecine en negarlo, hay una transformación global que afecta a todo, a las personas, a los sistemas, a la sociedad, a las organizaciones…no en vano las nuevas generaciones son tremendamente diferentes de las nuestras y estas, distantes de las de nuestros padres, hablando de diferentes generaciones: baby boom, generación “X”, generación “Y”, etc.

Me refiero, simplemente, a la transformación de paradigmas.

Propongo ir desgranando algunas reflexiones y experiencias personales en el trabajo realizado con grupos que han llegado a convertirse en Equipos, dedicando un artículo a cada una de las cinco disfunciones de Lencioni persiguiendo, a su vez, la reflexión de las personas interesadas en leerlos.

Para acabar, veamos esas disfunciones:

·       Falta de confianza.
·       Temor al conflicto.
·       Falta de compromiso.
·       Evadir la responsabilidad.
·       Desatender los resultados.

Gracias por anticipado por vuestros comentarios.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Un esfuerzo más



Oía ayer noche a Guardiola, el entrenador del FC BARCELONA, hablando de las veces que se había dado por vencido y como luego se había arrepentido, algo que les decía a sus jugadores para que, en estos momentos de dificultad para ellos, no se dejen vencer.

Eso me hizo pensar en dos personas muy queridas. La primera de ellas, fue diagnosticada de una enfermedad terminal, con una vida aproximada de unos dos meses; la cuestión es que se fue marcando pequeñas metas personales, metas de vida, que le llevaron a que pudiéramos disfrutar de su compañía más de seis meses.

La otra, diagnosticada de un cáncer y con una esperanza de vida de seis meses, estuvo luchando de forma denodada para regalarnos dos años de su presencia, los mejores de su vida, por otra parte, por el amor que nos llegó a transmitir y el coraje con que lo hizo.

Son ejemplos de que siempre hay una reserva de fuerzas, un manojo de esperanzas que consigue ir un poco más allá de lo que pensamos que son nuestras fuerzas, tal y como hemos podido ver en el vídeo que ilustra este breve artículo.

Podemos darnos por vencidos y tirar la toalla, o podemos seguir luchando, probando cosas nuevas, cambiando nuestro enfoque, buscando aliados, encontrando esas dosis de pasión que nos harán superarnos y nos llevarán a conseguir nuestro objetivo, sea este cual fuere.

Está claro que no somos conscientes de nuestra fuerza interior, del poder de la pasión y de la ilusión, combustibles más poderosos que cualquiera de los conocidos, porque nacen de nosotros mismos, de nuestro interior, de nuestra esencia.

Tu eres tu propia seducción, no delegues en los demás esa responsabilidad porque es tan solo tuya; ese paso más, ese esfuerzo adicional, es tan solo tuyo.

El impacto que puedes tener en ti mismo y en tu entorno es considerable. Las dos vivencias que os enunciaba al principio de estas líneas, fueron lecciones de vida para muchos de nosotros y para ellos mismos. En su determinación hubo la serenidad de quien se sabe vencedor de sus propias limitaciones.

Ayúdate a ti mismo y lucha por ti, ¿lo harás?