CAPITULO II
Viviendo el éxito (X)
Cuando me recibió, tenía preparado un refrigerio a base de canapés,
pinchos y refrescos. Todo lo que había en aquel despacho invitaba a la
confidencia, así que me abrí tal y como había hecho con Ana.
Juan Carlos y Pedro llegaron a un mirador en el camino y se sentaron en
un banco que tenía una vista privilegiada de un Mediterráneo ahora en calma.
Le conté mis sensaciones, aunque omitiendo la noche pasada con mi otro
yo, no fuera que me tomara por loco. Tampoco se trataba de eso.
Después de dos horas de monólogo, me sugirió que tomara vacaciones hasta
después de reyes, luego ya veríamos, pero estaba claro que no podía seguir ese
ritmo.
Esos dos días vi claro que el éxito era otra cosa, era mi mujer, eran
mis hijas, era el trabajo hecho con amor, era el compromiso con los otros, era
mi espacio y el espacio de los que quiero, era ser y no tener o hacer, aunque
en aquel momento aún no sabía que faltaban piezas importantes en el puzzle.
Ahí empezó, de verdad, a gestarse el cambio en mi vida. Tenía 32 años y
un montón de ilusiones por descubrir.
Ostras Juan Carlos!, mira que maravilla de puesta de sol; eso forma
parte del éxito, poder ver una vista como esta con un amigo y sentirte feliz,
aunque para ello hayan tenido que haber aprendizajes muy duros.
Desde luego, si no puedes ver una puesta de sol como esta junto a un
amigo, ¿para qué sirve el éxito?
Esa fue la enseñanza que extraje de ahí aunque más que esa, fue la
matización del significado del éxito
¿Qué quieres decir con eso?, preguntó Juan Carlos deleitado por los
tonos anaranjados del sol mientras desaparecía, cada vez más rápido, en un
Mediterráneo que iba tornando su azul en unos tonos cálidos que invitaban a la
contemplación y la confidencia.
Sí, tenía la misma idea del éxito que pueda tener cualquier chaval de
treinta y pocos años: mucha proyección social, sensación de imprescindibilidad,
ropa cara, coches caros, una nómina con muchos ceros, club social, gente a tu
alrededor que no hace otra cosa que reírte las gracias y alguna que otra
idiotez por el estilo.
¿y?
Acabé descubriendo lo que te decía, que el éxito está en cada uno y para
nada depende de lo que tienes o lo que haces si no de lo que realmente ERES y
de la huella que dejas en los tuyos, en tu pareja, en tus hijos, si los hay, en
tus amigos y, al final, en la comunidad de la que formas parte.
Ahora tengo claro de que vivía un sucedáneo de vida, con mucha
intensidad, eso sí, pero sin pararme a pensar en ningún momento bajo què valores estaba viviendo esa etapa;
cuando lo hice, descubrí que estaba traicionando mis más íntimas creencias: La
familia, mi esposa, la honestidad, la libertad
¡Que equivocado llegué a estar!; tenía todo lo que necesitaba para ser
feliz y a punto estuve de tirarlo por la borda. Tal como te decía, empecé a
atisbar el significado del éxito pero aún quedaba mucho camino y aprendizaje
por recorrer.
Podría decirse que
viví el éxito de revista de Peluquería, y ahí fue también donde empecé a pensar
si realmente me quería o quería la imagen que reflejaba en otros. Déjame ser un
poco místico – dijo Pedro con un guiño de complicidad – asemejo esa etapa a La
Caverna de Platón, donde solo veía las sombras de la realidad.
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