domingo, 15 de mayo de 2011

Liderazgo, una Metacompetencia (VIII)


Continuando con esta serie de post, vamos a ir ahora a comentar una competencia esencial para la propia Vida en Valores y para el Liderazgo con mayúsculas y que, además, encuentro sumamente ligada al Espíritu de Servicio del que hablábamos en el sexto de estos artículos: La Generosidad, la cual queda definida en la tercera acepción del Diccionario de la RAE como Valor y esfuerzo en las empresas arduas, algo que nos podría servir aunque con algunas matizaciones interesantes.

Valor y esfuerzo es, sin duda necesario, para dar sin esperar nada a cambio, que no sea el bien de la comunidad como ente propio, algo que, a priori, en muchas ocasiones manifestamos pero que tan pocas veces ejercemos de corazón.

Hablo de generosidad en el acompañamiento de las personas, en la trasmisión de conocimientos, en la cesión de derechos propios, en la resistencia propia frente a las adversidades, hablo de la generosidad del perdón, de la aceptación de la grandeza de  los otros.

En resumen, podría decirse que hablo de la interdependencia, del dar sin esperar más que el crecimiento de la sociedad, del crecimiento de esas personas con las que interactuamos, persiguiendo su magnificencia y bienestar pero, en ningún caso, hablo de la creación de idiotas malcriados.

Cuando el líder de un colectivo se muestra generoso a la par que riguroso, nos encontramos equipos involucrados en un objetivo común, miembros capaces de reaccionar del mismo modo, creando un entorno seguro y valiente.

Generosidad es callar a tiempo como es dar un feedback sincero, generosidad es ponerse al frente de un proyecto en el que ningún otro avanzaría tan siquiera un paso. Generosidad NO es dar y recordar continuamente, Generosidad NO es ser amable para no herir, Generosidad NO es, al fin, buscar el bien personal si no encontrar el bien común, entendiendo como tal el bien del otro.

¿Qué acto de generosidad harás antes de que acabe el día?

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