sábado, 28 de mayo de 2011

PREJUICIOS


Cuantas malas pasadas nos llegan a jugar los prejuicios; cuantos juicios injustos y, a la par, inútiles. Personas maravillosas que son juzgadas por su aspecto o comportamiento sin tener en cuenta las raíces del hecho.

Vienen a mi memoria vivencias tales como la de aquel hombre compungido, cuyos hijos de corta edad, en el metro, iban alborotando sin que él hiciera nada por corregirlos…y es que su esposa y madre de las criaturas, tan solo hacía unas horas que había fallecido; la de la mujer que atendía poco a sus hijos, dejándolos con jovencitas que los cuidaban y era criticada por ello; ¿el motivo?, acudía a una terapia de desintoxicación tras haber caído en el abismo de las drogas y el alcohol, y estaba saliendo de él con coraje y valentía.

Otra curiosa, y esta vivida en primera persona, es la del jefecillo que reprendía a una colaboradora por llegar 15 minutos tarde al trabajo, ignorante de que, su padre, había sufrido una embolia hacía unas horas y se habían pasado la noche en el hospital.

Reflexiono y denoto que he juzgado tan solo por el aspecto de una persona, para bien y para mal. La parte buena es que, al analizarlo, he visto mi error, la parte mala es que me ocurra todavía, aunque es bien cierto que cada vez menos.

Nos atrevemos a emitir juicios sin conocer lo que hay tras esa bruma de actuación, aspecto, comportamiento, etc. Tendremos un mundo mejor cuando dejemos nuestros juicios aparcados y disfrutemos de lo que tenemos a nuestro alrededor, cuando acallemos nuestras voces críticas sin fundamento, cuando sepamos ver en cada momento la riqueza del mismo, aquí y ahora.

En cada persona hay un mundo que admirar y en el que reflejarse; osadía, valor, ternura, confianza, autoestima, amor, generosidad, empatía, son tan solo algunas de ellas. Dejemos de juzgar sin fundamento pero, sobre todo, dejemos de esparcir la semilla del descrédito; ¿empezamos hoy?¿empezamos ahora?

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