sábado, 30 de abril de 2011

Liderazgo, una Metacompetencia (III)


Vamos a por la segunda competencia de las que configuran el liderazgo: el Hambre por la verdad (aunque esta sea dura y escueza), una enunciada por nuestro inspirador a esta serie de post: Juan Mª Nin.

En multitud de ocasiones hemos visto como esos reyezuelos de república bananera organizacional (empresa, institución, familia, grupo de amigos, etc.), rechaza de plano cualquier razonamiento, argumento o idea contraria a su línea de pensamiento o comportamiento, como hemos visto otros, auténticos líderes estos, capaces de buscar esas verdades por más incómodas que puedan resultar.

Como integrantes de un colectivo, nos llega a indignar (o lo que es peor, a encontrar normal), descubrir mentiras o medias verdades, ya que nos impide depositar nuestra confianza en alguien que es incapaz de confiar en nosotros.

Quien ostenta el liderazgo, tendrá hambre por conocer la Verdad y por darla a conocer, siendo esta una de las mayores muestras de confianza que puedan existir, sin que ello signifique que no deba buscarse el momento adecuado para exponerla.

Hambre por la Verdad significa no quedarse con las primeras versiones cómodas de aquello que se nos plantea, sino buscar con mayor profundidad, cerciorándonos de la certeza de los planteamientos, creando una relación en la que, las cosas, están claras.

Y, al hilo de este último párrafo, permitirme una petición: ante la primera situación en la que la comodidad nos lleve a dar por buena una cuestión (por prejuicios, etiquetas o cualquier otro motivo), indaguemos hasta obtener la certeza de que eso es así, o de que hay otras verdades agazapadas tras esa cortina de humo.

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