En el escrito anterior veíamos como es posible alcanzar los retos que nos propongamos, sean cuales sean, pero no de cualquier manera ni en cualquier momento; debemos identificar cual es ese anhelo que tenemos para cumplirlo, ese objetivo vital el cual, solo con pensar en él, nos corta la respiración por lo que supondría en nuestras vidas, que nos falta para hacerlo y como podremos soslayar esas carencias.
Ahora piensa en ese objetivo, en ese que siempre piensas que es imposible por….esos millones de causas que ahora mismo se te ocurren, o quizás solo por una sola. Será algo en lo que te sentirás pleno, algo que te liberará una cantidad de energía absolutamente brutal. Podría ser ese cambio de trabajo, ese inicio de un negocio, ese viaje tan largamente ansiado, esa declaración romántica, ese inicio de unos estudios, cualquier cosa que de un cambio considerable a tu vida.
Una vez hecho eso piensa, por favor, a lo grande, y eso quiere decir pensar en como sería idealmente eso, sin quedarte a medias; si el viaje era a Nueva Zelanda, no te quedes en Belgrado, si era al Pirineo, no te vayas a New York por un mal entendido esnobismo; limítate a ser tu y a poner tu sueño al máximo volumen.
Piensa ahora en cómo ese sueño iba a impactar en tu vida; conéctate contigo mismo e imagínate el momento culminante en que se cumple, el momento en que haces esa llamada, convocas esa reunión, compras ese billete, tienes un hijo, consigues el capital para tu proyecto internacional, abres ese comedor social, …. ¿Qué es lo que hay ahí ahora?, ¿qué emociones te embargan?, ¿qué tiene para ti ver ese sueño cumplido?, ¿con qué te conecta?
Si no sientes nada especial es que ese objetivo es muy poco ambicioso para ti; se trata de que salgas de tu zona de confort, de que te imagines algo que realmente sea un reto para ti, del tipo que sea; si es así, ahora estás preparado para el siguiente paso.
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