Pues no, me niego a ser un títere de las circunstancias y a dejarme arrastrar por el desánimo; el mundo y la propia vida tiene los alicientes suficientes como para no dejarse arrastrar por un torrente de lodos.
Detrás de cada problema se esconde un aprendizaje y, tras cada aprendizaje, una oportunidad. Tras cada persona, la oportunidad de una nueva relación con toda su riqueza y, en esas relaciones, la posibilidad de compartir vivencias, conocimientos, sueños, angustias y anhelos.
Me niego, me niego a vestir de negro mi ánimo y elijo vestir verde esperanza, rojo pasión, con algunos toques de la elegancia de otro negro que seduce, envuelve y acompaña. El poder está en mis manos, en mi mente, en la capacidad de elección, en tomar un camino sabiendo que eso implica renunciar a otro, tomar ese camino explorando hasta el final de sus ramificaciones, haciendo grandes descubrimientos, o quizás pequeños hallazgos.
Decía la canción de Toquinho y Vinicius de Moraes “Acuarela”, En los mapas del cielo el sol siempre es amarillo, y ese amarillo es el que quiero que me acompañe en estas épocas aciagas e inciertas en las que parece que todo se ciña a las tonalidades de gris, escondiendo bajo un manto la riqueza cromática de nuestro ser.
No hay más que salir a la calle con espíritu curioso para ver toda esa riqueza que puede haber en nuestra vida, si así lo decidimos. Y si la queremos, deberemos estar preparados para poder aceptarla, cada cual a su manera.
¿Os habéis fijado?, desde el desánimo, todo nos parece irrealizable, inabordable y, por el contrario, desde la ilusión y el coraje, no hay objetivo que nos parezca un reto inaceptable, prácticamente todo es posible aunque, como bien apuntaba mi amigo Julio, debes prepararte para acceder a ese sueño y es que, las cosas, no suceden por casualidad.
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