No sé si hay palabro que haya
sido tan prostituído como este, aunque quizás la Inteligencia Emocional,
también lo fue en su día. Hoy por hoy, nos encontramos con multiplicidad de
conceptos a los que se les añade la palabra como prefijo o sufijo, quien sabe
con qué intenciones.
Como Coach profesional puedo
hablaros de los procesos de transformación que he podido acompañar en estos
años, ya sea a nivel de Organizaciones o a nivel estrictamente Personal.
Fijaros que hablo más de transformación que de cambios, puesto que entiendo los
primeros como la construcción de unos hábitos que nos puedan llevar allá donde
queramos ir, frente a lo efímero que supone algo que no se sostiene en mis
comportamientos.
El proceso de Coaching es útil
cuando la persona quiere realmente asumir un objetivo que para ella es
importante, y aquí podemos hablar de cualquier faceta de nuestra Vida, siempre
que no implique una patología, ya que entonces el profesional más adecuado será
un psicólogo o psiquiatra, en función del caso.
Si la persona no está dispuesta a
implicarse al 100% en esa transformación, lo más posible es que el proceso no
culmine con éxito, algo que muchos de nosotros hemos podido comprobar en alguna
ocasión y, en mi caso, se produjo con un cliente corporativo, al que la empresa
sometió con una fuerte resistencia que devino en un completo bloqueo que nos
llevó a abortar el mismo.
A partir de ahí, la complicidad
entre Coach y Coachee (nombre que recibe la persona que inicia el camino),
deviene absolutamente fundamental ya que la confianza es el primero de los
pilares en los que se basa nuestra relación, ya sea con una persona o con un
equipo de ellas.
En un proceso de Coaching, y
fijaros que no hablo de sesión si no de proceso ya que una sola resulta a todas
luces insuficiente, la persona se sorprenderá de su propio potencial, de las
decisiones que están a su alcance, de la cantidad de limitaciones autoimpuestas
por no escucharse a sí misma y, en resumen, de su grandeza.
Transitaremos por caminos
interiores que no siempre resultarán agradables pero que siempre serán
necesarios; caminos de uno mismo que en ocasiones se ocultan tras frondosos
bosques de egos, temores o filtros mentales y que nos llevan a la visión de nuestra
esencia. También encontraremos sendas maravillosas de ese mismo interior, algunas
de las cuales también habremos mantenido ocultas por el propio miedo a brillar.
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