viernes, 11 de noviembre de 2011

A vueltas con el pensamiento positivo


A raíz del post publicado con el nombre de Crisis, What crisis?, se suscitó un interesante debate en torno al Positivismo, no tan solo a la Psicología positivista si no a toda la tendencia del pensamiento positivo que, en su día, tantos seguidores atrajo en diversos sitios del planeta.

Hoy, según distintos medios de prensa escrita, esta vivencia o corriente de pensamiento parece estar incluso mal vista algo comprensible si se piensa únicamente según los antiguos paradigmas.

El debate se tornaba interesante por los diferentes puntos de vista pero, al fin, desvelaba que el fin último que perseguimos es el de sentirnos plenos o, para quien prefiera otra terminología, sentirse felices, aunque no necesariamente tiene que ser lo mismo.

Sigo manteniendo la firme creencia de que en nuestras manos está la capacidad de elección, posiblemente la mayor de las capacidades del ser humano en su condición de tal: la capacidad de elegir su actitud frente al destino, tal y como nos enuncia Víctor Frankl en su pequeña obra maestra El hombre en busca de sentido, lo cual implica la capacidad de relativizar aquello que ocurre, o de tomarlo como la oportunidad de crecimiento que es cualquier suceso de nuestra vida.

Somos dueños de las respuestas que damos al destino y, siempre, tenemos la capacidad de elegir, pase lo que pase, por duras que sean las circunstancias.

Hay un hecho significativo: atraigo aquello que difundo, así si propago optimismo, probablemente será eso lo que recoja y, por el contrario, si el negativismo es mi enseña, eso será lo que atraiga.

Muchos errores han supuesto grandes descubrimientos para la humanidad, aunque quizás podríamos decir que fueron la forma en que se afrontaron esos errores lo que devino la posibilidad de esos hallazgos, desde los Rayos X hasta la tarta tatin, desde los populares post-it hasta la Viagra.

Nosotros tenemos esa capacidad de elección, ¿qué es lo que elegimos?

2 comentarios:

  1. No podría estar más de acuerdo con tus razonamientos.

    Yo elijo sonreír, levantarme cuando me caigo, y aprender del error.

    Para qué cometer los mismos errores habiendo tantos nuevos por descubrir...

    Esta semana me han hecho uno de los cumplidos más bonitos. En medio del estrés de la organización de un evento para 25.000 personas en Barcelona, donde los problemas y los inconvenientes surgían por doquier... El máximo responsable del evento, el que se jugaba el puesto y el dinero, me dijo; Luisa, tu risa es música para los oídos...

    Y es que buscar el lado positivo de las cosas, la solución y no tanto el culpable es más beneficioso que la queja y el desanimo.

    Digamos que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional...

    Yo elijo no sufrir innecesariamente, aunque eso no significa que en mi vida no haya dolor.

    Saludos
    Luisa

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  2. Hola de nuevo Luisa,

    Creo que solo puedo decir gracias por tan maravillosa aportación. Como bien dices, siempre hay elección, aunque las condiciones sean adversas y, esa sonrisa, esa carcajada, ese buscar algún aprendizaje en la caída, la verdad es que no tiene precio.

    Hay algo curioso y es que se ve esa sonrisa en tu escrito y eso, hoy, es realmente difícil de ver, así que sea bienvenida siempre que quiera llegar.

    Un abrazo grande

    Jordi

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