Recorrí kilómetros y kilómetros
buscando esos ingredientes que permiten la innovación: la creatividad, la
confianza, el coraje, la valentía, pero no había forma de encontrarlo.
Recorrí gobiernos e instituciones
y solo encontré miedos, egos y soberbias o, en una palabra, ansias de poder, sin
poder hallar esa confianza que buscaba. Me hablaron de países en los que en su
día todos esos ingredientes estuvieron en épocas de transición, uniendo pueblos
y derrocando reyezuelos de república bananera.
Acudí a empresas y volví a
encontrarme con cosas parecidas, si bien es cierto que existían grupos de
personas que luchaban hasta la exasperación por mantener unos ideales y unos
valores, tanto en grandes como en pequeñas organizaciones, aunque parecía que
la mayor parte de ellas, tan solo llevaran gafas para ver de cerca.
Pensé entonces en los
representantes de los trabajadores, otrora tan útiles para la sociedad y
descubrí grandes dosis de protagonismo y muy pocas de auténtica representación
social. Cada organización estiraba hacia un lado sin preocuparse en exceso del
estado de su, teóricamente, protegido.
Me uní a manifestaciones
populares y descubrí en ellas a líderes más preocupados por sus propios
intereses que por los de la comunidad. La gran farsa de la representación
popular a gran escala, atacando comercios y menoscabando la libertad del
prójimo.
Supuse que aquello que buscaba ya
habría desparecido de la faz de la tierra, hasta que se me ocurrió entrar en un
parvulario, una de esas escuelas para chiquitines de entre 3 y 5 años. Allí
descubrí maestros con caras ilusionadas, pequeñajos con ojos desbordantes,
escuchando por los ojos y oyendo con sus miradas.
Ellos desconocían esos miedos de
los adultos, no habían tapujos, las cosas se llamaban por su nombre y, aunque
esos guías de su desarrollo marcaban unos límites, seguían correteando ajenos a
los peligros de la brecha en la frente y, de hecho, más de una rodilla lucía
las medallas de la costra y el repelón.
Realmente, en los niños pude
encontrar esos diamantes del comportamiento, esas joyas del valor.
¿Seguimos buscando juntos esos
pozos de futuro?
Hola Jordi,
ResponderEliminarEste post tuyo me ha tenido cavilando varios días...
Comparto lo que dices, pero me asombro que aún viendo como esos colegios, en general, nos van matando u ocultando la espontaneidad y la imaginación seguimos el mismo modelo educativo una y otra vez.
Todos los que conocen el ser humano y su psicología saben que el guion del fracaso es interior y que el pasado está siempre presente.
¿Cómo podría un adulto, cuya infancia estuvo plena de creencias limitadoras encontrar en sí mismo el poder necesario para afirmarse en la confianza y el optimismo?
En algún punto del camino perdemos esa confianza y esa curiosidad o quiza es que; El futuro se decide antes de nacer. Como defiende la doctora Claude Imbert?
Un abrazo
Luisa
Hola Luisa,
ResponderEliminarEn los colegios hay maravillosos Educadores, con mayúsculas (en casa tengo a una de ellas y a una futura), pero el problema está en la sociedad, en las familias, en los sistemas (no podemos olvidar que cuando cambia el partido en el poder, se dedican a deshacer lo que hicieron los otros, estuviera bien o mal).
Cuando hablamos del potencial, hablamos precisamente de eso, de que cualquiera es capaz de hacer muchísimas más cosas de las que piensa pero, para ello, a de tomar conciencia de que todo aquello que nos dijeron, no es necesariamente cierto, es más, posiblemente no lo sea en absoluto, algo que veremos en la cápsula de este mes de RE-CONOCETE.
Cuando nos decían "no puedes", "no vales para nada", "¿cómo quieres que alguien como tu....?", estaban forjando esas limitaciones. Una vez tomas conciencia de que eso no es así, es cuando puedes empezar a cambiarlo; no es ni fácil ni rápido, pero es absolutamente espectacular como te puede llegar a cambiar la vida.
No creo que el futuro se decida antes de nacer y, de hecho, lo genético solo rerpresenta el 50% de nuestros condicionantes, el resto: NOSOTROS, así que ¡a ponerse las pilas!.
Un abrazo grande y muchas gracias por enriquecer así el debate
Jordi
Hola Jordi,
ResponderEliminarMuchos días sin tiempo para nada...
Felicidades por esa Educadora que tienes en casa. Ayer mismo me decía una compañera,” de los funcionarios sólo me quedaría con los educadores y los sanitarios. Seguramente haga falta más gente... también gestores que sepan utilizar adecuadamente los recursos.
Cuando decía que el futuro tal vez se decide antes de nacer, me refería a esos programadores que de alguna manera nos crean nuestras limitaciones. Obviamente que siempre tenemos opción de cambio. Siempre tendremos la opción de revelarnos, aunque más fácil sea conformarse que es lo que hace la mayoría.
Gracias por darme en qué pensar… :)
Un abrazo
Luisa
Hola de nuevo Luisa,
ResponderEliminarTu lo has dicho, siempre tenemos la opción de revelarnos, aunque sea difícil y cansado, pero esa es nuestra elección, la elección de la libertad.
Con tu valentía iluminas el camino, ahora tu decides si sigues en él o prefieres cambiarlo.
Un beso grande
Jordi