Cuando se pierde el trabajo, uno
se siente desvalido, asustado, inseguro incluso, pero quería contaros la
experiencia desde el acompañamiento a algunas personas que atravesaban esta
parte de su camino. Las sensaciones que os apuntaba, han sido un denominador
común, junto con la sensación de injusticia, de mala suerte o de indignación,
pero también han sido experiencias en extremo enriquecedoras.
Os sugiero ver una película The company men, la cual vi ayer y me
inspiró las líneas que ahora estáis leyendo. Nuevamente, es una caricatura, pero
expresa todos los pasos por los que atraviesa una persona al perder su trabajo,
desde el duelo y la negación, hasta la aceptación, la reinvención, la pérdida
de la soberbia y el descubrimiento de uno mismo y de sus auténticos valores.
Uno de los casos que he vivido,
ha sido el de una persona que estuvo cerca de un año y medio sin trabajo. En
este tiempo, prácticamente no hubo mes en que no tuviera una entrevista, en que
se abriera una ventana o un pequeño ventanuco pero, todo y así, su autoestima
estaba en horas bajas. Poco a poco, fue descubriendo sus limitaciones, fue
trabajándolas hasta desarmarlas y empezó a renacer en ella misma, desde sus
propias cenizas, aunque con unos valores sólidos como cimientos, propios de una
persona en la que se ve un intenso trabajo interior. Hoy ve la vida de otro
modo y sus prioridades han cambiado.
En otro de ellos, también
atravesando circunstancias difíciles, bajó hasta su esencia, rebuscó en ella
misma hasta que se encontró y fue capaz de subir, desde el propio infierno
hasta una vida plena, en la que nuevamente los valores han tomado el lugar que
antes ocupaba un personaje hedonista, tan solo preocupado por la imagen
exterior y por la diversión. Hoy tiene un nuevo proyecto profesional entre
manos, ha recuperado a esa familia de la que en su día renegó y su brújula le
dirige hacia esa vida plena por la que tanto está luchando.
En el último de los casos, os
presento a quien todo su mundo se le desmoronó por causas diversas, donde tuvo
que reordenar sus valores, buscar la fuerza en su interior y darse cuenta de
que, aquello que pensó en su día imposible, no solo se hizo realidad si no que
le permitió un tipo de vida completamente distinta a la que había llevado hasta ahora.
Estas son historias reales, de
personas con nombres y apellidos, aunque es muy posible que cualquiera de
nosotros se pudiera sentir identificado con ellas. Como es lógico, están
desdibujadas, pero permanecen los hechos esenciales. La adversidad nos ayuda a
crecer, aunque en ocasiones pueda parecer una falacia.
Vivo experiencias semejantes con las personas que acompaño en su proceso laboral. El mercado profesional les impulsa a retomar su existencia profesional y revisar conceptos limitantes.
ResponderEliminarJordi, gracias por tu reflexion y experiencia compartida. Es un placer leerte!
Hola Maru,
ResponderEliminarApuesto que tu acompañamiento ayuda a esas personas a encontrar su camino. Contigo estoy seguro de que les será más gratificante hacerlo.
Un abrazote bien grande y gracias por tus palabras. Por cierto!!, FELIZ AÑO!
Estimado Jorge, siempre leo tus artículos y me encantan, pues son leves y clarísimos. Sin embargo, creo que sigo en búsqueda de conocerme interiormente, creo que sin eso difícilmente uno sentirá la plenitud que siempre mencionas. Como auto descubrirse, principalmente uno como yo, que as veces ni siquiera forma idea de su real misión en este mundo?
ResponderEliminarMuy buenas tardes Luiz,
ResponderEliminarConocerse interiormente es uno de los caminos más complejos que conozco, y también el más intenso y gratificante. Te invito a explorar tus valores, aquellas palancas que realmente son importantes para ti y a que te sirvan de brújula interior, ya que esa es la mejor fórmula de sentir la plenitud.
Muchas gracias por tus palabras, Luiz, son un auténtico regalo para mi.
Un abrazo fuerte
Jordi