domingo, 5 de junio de 2011

Frescura


Es como si de golpe hubiera una gran fiesta, un gran encuentro en el que confluimos una multitud de personas que, conociéndonos poco, habíamos generado un gran nivel de simpatía unos por otros, hasta tal punto que estábamos dispuestos a compartir escudilla y papel, esfuerzo y trabajo, alegrías y penas, sueños e ilusiones.

Nadie nos había convocado a esta fiesta y, sin embargo, todos sabíamos que iba a celebrarse y allí estábamos, prestos a colaborar en lo que fuera necesario, ora uno, ora el otro, sin fijarnos en quien hizo qué o cuando lo hizo o como lo hizo ya que, lo principal, es que se hizo, y se hizo con ilusión, ímpetu y empuje; de alguna manera, con la máxima involucración, notando que aquello era el inicio de algo muy grande que trascendía a los propios participantes.

Era como navegar con serenidad y sabiduría por unos rápidos desconocidos, sabedores que sabríamos poner el conocimiento y la destreza a nuestra disposición en cuanto hiciera falta, mientras el agua fresca, cristalina y pura, nos regalaba su caótico orden que mantenía unidas sus gotas en el momento en que el río se transformaba en otro río, en otra agua.

Rocío de la mañana primaveral, fresco y húmedo, creando Vida allí donde estaba dormida, despertando sentidos y emociones hasta ahora abotargadas y lánguidas.

Mis sentidos no dejan de activarse una y otra vez, sintiéndome parte integrante de un todo mucho mayor, parte de sus fibras, indivisible.

Es una bacanal de aire fresco, de ventanales abiertos, de renovación, de cambio de paradigmas, de personas todas involucradas en un mismo fin: transformar desde nuestro ser, desde nuestro oficio, plantando la simiente que sabemos germinará y hará brotar un arco iris de nuevas sensaciones, de nuevas realidades.

Esta semana que vemos nacer incipiente conforma, no ya un cambio, si no una transformación en el mundo tal como lo intuyo, como lo conozco, como lo vivo, y espero poder transmitirlo tal cual lo siento, con toda la pasión, el empuje y la luz que ya brilla con su fuego propio, alumbrando otros caminos.

¿Me acompañas?

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