martes, 14 de junio de 2011

Ni los marcianos nos entienden


Me encontré un marciano tomando unas cañas en el Zurich, en la Plaza Cataluña de Barcelona; la verdad es que por un momento me trasladé al universo de Gurb, transmutándome en el personaje de Eduardo Mendoza, pero me horrorizó su pasión por Marta Sánchez y preferí seguir siendo quien soy que, sin ser nada del otro mundo, al menos guardo una cierta compostura (no mucha, eso sí, pero muy digna).

Me contó el marciano, que respondía al nombre de ZZPAFF, quizás por el nombre del insecticida que en su nombre alguna multinacional de campanillas llegó a poner de moda, que le enviaban sus Jefes para investigar la estupidez reinante en este planeta Tierra.

Les causaba una cierta hilaridad ver como nos dedicábamos a darnos mamporros, en lugar de emplear toda esa energía en labores más productivas como trabajar, pensar, jugar o educarnos, y no necesariamente por ese orden.

El hecho de que unos seres llamados políticos se dedicaran a gritarse y descalificarse entre ellos, en lugar de ponerse de acuerdo y construir cosas juntos también era algo que les recordaba a civilizaciones primitivas que hicieron desaparecer planetas enteros.

Otro aspecto que no llegaban a entender era porqué, esos políticos, se dedicaban a repartir eso que llamamos dinero entre los que no lo necesitaban, ¿qué es eso de Banco?, preguntó con sorna mientras un grano le crecía en la punta de la nariz.

Debo reconocer que ZZPAFF cada vez me caía mejor, hasta que un eructo propio de un elefante en el túnel del metro, hizo que una señorita peinada de peluquería, quedara como un vulgar mocho tras pasar por un piso de solteros. En ese momento, volví a transmutarme en Marta Sánchez y así pasar más desapercibido.

Abandonamos la plaza cogidos de la mano y la gente nos miraba con cara de sorpresa, ¡como si nunca hubieran visto a Marta con un marciano!.

Así, nos topamos con un urbano que nos recriminó ir en OVNI por el carril bus y nos puso la correspondiente multa, sin atender al estado de inmunidad diplomática; ¡en Italia y con Berlusconi habría colado!!, pero el agente nos dijo que eso solo pasaba poco antes de las elecciones y que aún faltaba mucho.

Irónico y vacilón, decidió que volvía a su planeta, aunque antes haría una paradita en Figueras, por aquello de ver el Museo Dalí.

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