viernes, 26 de agosto de 2011

Pescando conejos


Se encontraba aquello cazador propagando a los cuatro vientos que él era el mejor y más avezado cazador del país, conocía todas las técnicas para cazar los conejos que, desde siempre, había en sus tierras pero, como no había conejos por la reciente epidemia, no podía cazar, pese a que no dejaba de poner sus trampas en los sitios de siempre, incluso yendo a otras zonas limítrofes con sus armas de siempre, aquellas escopetas que tan buenos resultados le habían dado.

El cazador se quejaba amargamente de suerte, hasta que apareció un recién llegado a la aldea y oyó su discurso.

Y así –preguntó aquel parroquiano-, ¿por qué no cazas otra cosa?

¿Qué te has pensado bribón descarado, que no sé cazar, yo que lo he cazado todo desde hace más de 30 años?. No hay animales sobre la tierra, se los ha llevado la epidemia –respondió malhumorado el cazador-.

Además –continuó el cazador-, fuera de estas tierras, no existe más que desolación y hambre.

-El forastero se fue pensativo por el bosque donde, al caer la noche, oyó una charla entre un conejo y dos jabalíes- jeje, ya sabemos todos los trucos del viejo cazador, los lugares en los que pone las trampas, el alcance de sus escopetas y hasta los perros que utiliza y de los que ya nos hemos hecho amigos; ¡suerte que aprendimos a nadar y a vivir bajo el agua!

Aquella conversación entre los animales le hicieron pensar que, ya no solo en su tierra, si no en todas, debía pasar algo similar, así que cogió un camino y, después de caminar cientos y cientos de kilómetros, llegó a otras tierras en las que tampoco se veían animales, así que decidió una nueva estrategia.

Se apostó a la orilla de un río y lanzó un anzuelo con la comida predilecta de la mayoría de los animales, siendo el resultado que consiguió pescar un par de conejos, un lobo y un jabalí, los cuales montó en un carro para enseñarlos en su tierra.

-Tras un largo camino, se encontró en la plaza de la aldea con el cazador que seguía maldiciendo su suerte, hasta que le vio y exclamó - ¡Pardiez vecino!, ¿de donde has sacado esos animales, tu que nunca habías empuñado un arma ni una trampa?.

Es muy  simple –respondió el vecino-, cuando le oí decir que aquí no habían animales, pensé que quizás se equivocaba, o que a lo mejor, estos ya conocían sus armas o…vaya usted a saber, así que pensé en ir a buscar nuestro sustento a tierras que me eran extrañas y con otras herramientas diferentes, pensadas de una forma distinta, para otros tiempos y otras tierras.

Mañana lo probaré aquí, ¿me acompañará?
 

Definitivamente, hoy es tiempo de pasar a la acción de formas más originales. ¿Cuántos conejos has cazado hoy?

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