No sé si os pasará lo mismo pero, últimamente, han coincidido diversas conferencias, escritos, artículos, libros y demás, entronizando la modernidad y las nuevas técnicas a la hora de gestionar personas, de conocer y guiar emociones, dirigir organizaciones, negociar, etc.
Oímos que las neurociencias están revolucionando nuestro entorno y parecemos olvidar que ya Descartes, en el siglo XVII, hipotetizaba sobre la función de la Glándula Pineal y su implicación en la conducta humana; Ramón y Cajal en el XIX ganaba el Nobel por su contribución al conocimiento del Sistema Nervioso con su Teoría Neuronal, …Sorprende ver que hay autores que parecen situar la eclosión de estas disciplinas en épocas recientes cuando la realidad es que se remontan a épocas pretéritas.
Otro de los aspectos curiosos es observar como se le da al Coaching la etiqueta de nueva tecnica de introspección y mejora de la persona, cuando ya la Mayéutica Socrática, allá por 450 A.C, invitaba a los discípulos a bucear dentro de sí en la búsqueda del conocimiento y la mejora.
¿Qué decir de la Inteligencia Emocional de Goleman y su tremendo parecido con….el sentido común?
Da la impresión de lo nuevo tenga que ser, forzosamente mejor y que sea por ello por lo que se catalogue de novedoso aquello que bebe de la sabiduría de nuestros antepasados, cuando no es simple y llanamente, una puesta al día con terminología actual. Cada vez me mueve más a la reflexión el ver que vivimos en una continua búsqueda de soluciones a los mismos problemas, acabando en el mismo tipo de soluciones que aparecen a la luz de distintas modas recurrentes.
Podemos leer textos griegos en los que constataremos como las inquietudes de "los mayores" respecto a “los jóvenes”, tenían tintes muy parecidos a los actuales y que, comprensión, atolondramiento, sacrificio o respecto por los mayores, eran aspectos que también preocuparon a civilizaciones que parecieron más cultivadas que la nuestra.
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