Hoy hace un año escribía un post
que hablaba de mi llegada a puerto un año después de la salida a mar abierta.
En esta ocasión, es el segundo el que ha pasado, con una mar considerablemente
más embravecida y que me ha permitido constatar que, contra más camino recorro,
más apasionante me parece vivir la Vida que he elegido conscientemente vivir.
Han habido muchas personas
importantes este año, entre ellas, ¡como no!, mi familia nuclear, auténtico
soporte vital, mi hermano, que una vez reencontrado, abandonó su cuerpo para
iniciar el tránsito allá donde las ánimas generosas vayan y que siempre estará
al lado de su inseparable Paqui, los compañeros catalizadores; Paco, Carlos,
Susana, Jordi, Carina, Vío, Ricardo…. Un montón de personas que me han
permitido compartir intensas vivencias.
A medio camino, hacia el mes de
mayo, aparecía en el horizonte la construcción de un nuevo barco, un barco
preñado de ilusión, pasión, determinación e ideales: CATALIZA, un barco que
construimos entre un puñado de soñadores que nos demostramos a nosotros mismos,
como lo imposible no es tal y como pueden hacerse cosas grandes con el capital
de la ilusión y el crédito de la confianza. Hoy mi pequeño bote está en el
interior de, como diría Serrat, ese manojo de sueños.
Apareció también una carta de
Navegación: RE-CONOCETE, una carta que nos permite acompañar en su camino, a
algunas personas que nos conceden el privilegio de estar con ellos explorando
la más compleja de las travesías: la que lleva a nuestro interior.
Estoy en el camino de aprender,
de aprender a pedir ayuda, de dejarme brillar, de ser tan grande como quiera
ser, de aceptar lo que viene y de gestionar la respuesta que le doy, de saber
que mi verdad es solo una parte de ella.
He aprendido que el aprendizaje
no acaba nunca y que lo importante, más que el destino, es la propia ruta, sus
recodos, sus islotes y sus orillas y, sobre todo, las personas con quien
compartes ese trecho de Vida, esos renglones del libro que un día darás por
terminado.
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