viernes, 2 de julio de 2010

La puerta del cambio sólo abre desde dentro

Veo algunas sonrisas socarronas ante el títulin de esta reflexión, algo así como “eso lo hemos oído en todos los cursos de gestión del cambio” y nunca lo hemos visto hecho realidad, y no os falta razón aunque….

Y ahora viene la argumentación desde mi esencia, desde la parte del ser en la que se encuentra la maneta que abre la puerta. Sesión tras sesión compruebo como el proceso transformacional únicamente puede producirse desde el convencimiento del individuo, desde lo más profundo de su ser, cualquier intento sobre otras bases devendrán teatrillos de marionetas con mayor o menor fortuna.

¿Cuantas veces no habremos oído “a este/a le cambio yo”?, ¿cuántas lágrimas no habremos visto por esos cambios que no llegaban o que, produciéndose, eran efímeros?

Desde estas líneas me atrevo a afirmar que el cambio es posible desde el interior de la persona, desde su conocimiento más íntimo, desde sus anhelos más deseados, desde sus angustias más intensas, desde sus desgarros emocionales…o desde los aspectos más simples o banales para el más común de los mortales.

No basta con la verbalización o el deseo, hay que tener el firme convencimiento de salir de nuestra zona de confort, de avanzar, de crecer, de expandirnos hacia el mejor yo que queramos ser, conscientes de la dificultad que ello implica pero firmes en nuestra decisión.

Ayer la soberbia fue mi hábito, hoy camino hacia la humildad, deseoso de que el camino me muestre la forma de desprenderme de esa losa que pesa en mi equipaje. Sacar unos elementos que me impiden crecer para hallar otros que me permitan expandirme, esa es la parte apasionante de mi viaje hacia la transformación.

Y ahí me lanzo mi propia pregunta, ¿cómo será mi mejor yo?, consciente de la volatilidad de la misma; ¿cómo sacaré lo mejor de otros sin sacar antes lo mejor de mi mismo?.

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