sábado, 3 de abril de 2010

Mi Estrategia

El barco está en alta mar, lo hemos sacado con éxito del puerto, hemos sorteado unas cuantas tormentas, pusimos la vista en el horizonte y el velero ha hecho su camino, ha ido cada vez más y más lejos, con el único objetivo de ir más allá pero, ahora, es el turno del segundo objetivo; hemos podido comprobar que la embarcación es robusta y su tripulación valerosa y entregada, ahora debemos fijar un destino, trazar el camino y esforzarnos por seguirlo o variarlo, si las circunstancias lo aconsejan, pero seguir el rumbo que nos marque nuestra propia brújula.

La mejor manera de no llegar nunca a nuestro destino es no conocerlo, o dejar que sean otros quienes nos lo marquen. Seamos realistas pero ambiciosos en nuestros objetivos, como personas, como empresas o como instituciones, Los porcentajes de seres humanos u organizaciones que son capaces de llevar las riendas de sus destinos, son ciertamente muy bajos, pero no por incapacidad, si no por desconocimiento de los mismos; simplemente nos dejamos llevar, dejamos que el río guíe nuestro camino, esperamos a que pasen las cosas en lugar de construir nosotros el futuro ilusionante.

Ciertamente, existen peligros, nuestro statu quo, nuestras prebendas, lo conseguido hasta ahora, nuestra zona de confort, nos impide tomar decisiones valientes, osadas, atrevidas, pero está en nuestras manos el hacerlo.

Los gurús hablan de Estratégica con mayúscula, yo prefiero hablar de Proyecto Vital, de sueño realizable que llevar a buen puerto, de personas con las que hacer camino, de valores y principios que compartir, de VIDA con mayúscula, esta sí, que vivir.

¡Empecemos a hacer que las cosas sucedan como nos gustaría que ocurrieran!, en nuestras vidas, en nuestras empresas, en nuestras instituciones, en nuestras ciudades y nuestros pueblos. Las consecuencias nos asombrarán.

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