viernes, 3 de septiembre de 2010

Sacrificio v.s. comodidad en el primer empleo (1º de dos)

Dado lo espinoso del tema, prefiero exponer mis reflexiones en dos posts, cada uno dedicado a una de las partes.

Mi inquietud y el impulso de escribirlo, surge de las noticias de ayer en CUATRO, donde salía una joven de unos 25 años diciendo que, para su primer empleo, las ofertas eran muy bajas en lo referido a salario, horarios y vacaciones. Lo malo del tema es que los medios de comunicación dan como verdades universales situaciones de un grupo, más o menos representativo, de la población de los jóvenes en busca de su primer empleo. Tuve un jefe, que se consideraba sabio, que tenía una muletilla muy apropiada para este caso "merluza grande y de poco peso, no hay"

Frente a esta opinión, me encuentro con el caso de no pocas personas que están volcadas en proyectos sociales, percibiendo cantidades de dinero poco significativas y poniendo, en muchos casos, su salud física y/o psíquica en juego, aunque enriqueciéndose notablemente de otro modo. Hablamos de personas que acompañan personas mayores o a otras personas que necesitan ayuda, hablamos de organizaciones como ARRELS, como MEDICOS SIN FRONTERAS, PAYASOS SIN FRONTERAS, GREEN PACE, TOT RAVAL, o tantas otras.

Y no solo en proyectos sociales; en la empresa que dirigía antes, hacía la selección por valores e intentaba que las personas que se incorporaran al equipo, tuvieran un brillo en los ojos que me hablara de sus ganas de participar en proyectos ambiciosos de consultoría, que estuvieran dispuestas a absorber conocimiento y a tener la humildad del aprendiz. Hoy, algunas de esas personas están cumpliendo sus sueños, ya sea en prestigiosas universidades en Asia, o en direcciones de área de empresas de prestigio; de algún modo el sacrificio tuvo, como siempre, recompensa.

En tiempos, no tan lejanos, el primer empleo constituía la parte final de una formación por la cual el individuo estaba dispuesto a, CASI, cualquier cosa, consciente de su todavía desconocimiento inconsciente, sabedor de que habían muchas cosas que ignoraba y que necesariamente las tenía que aprender. Recuerdo ver en algunos comercios, fábricas y oficinas, el cartel “se necesita aprendiz”. Me sorprende una actitud en la que la máxima preocupación sea “sueldo, horario y vacaciones” en lugar de “posibilidad de aprendizaje, posibilidades de carrera e impacto en mi persona”.

Propongo seguir algunos sencillos principios para ese desarrollo inicial:

• Mentalidad del aprendiz: humildad y ansia de aprendizaje
• Identificar la propia meta y luchar por ella, conscientes del aprendizaje en la dificultad.
• Hacer que pasen cosas en lugar de esperar a que alguien lo haga por nosotros.

1 comentario:

  1. Esa actitud frente al primer empleo -no exclusiva del primero, por otra parte- no es nueva.

    Recuerdo, siendo adolescente, que mi padre me comentaba que en las entrevistas de trabajo para su empresa era muy habitual que el candidato se centrase, de manera primordial, en sus expectativas retributivas y demás beneficios sociales inherentes al puesto, mucho antes de entrar en materia sobre en qué consistía el trabajo en sí y qué se esperaba de él.

    Estamos hablando, como bien dices, de definir metas -personalidad autotélica-, mentalidad de aprendiz y abierta (en este sentido es de gran utilidad el Judger/Learner Mindset de Marilee Adams) y de actitud proactiva y no reactiva.

    Uno de los mayores retos del coaching es lograr que las personas quieran salir de su zona de confort. Fuera de ella es donde realmente empieza la vida que vale la pena.

    Y lo realmente curioso es que las personas proactivas, con mentalidad abierta y ganas de aprender, acaban consiguiendo objetivos mucho más ambiciosos que los demás, y logran fluir en su trabajo y en su vida o, dicho de otra manera, encuentran el equilibrio entre sus retos y sus habilidades.

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