Nos dice un profesor de una reputada escuelo de negocios “los otros, muchos de ellos, necesitarán que les eduque el mundo del trabajo (la empresa, la Administración o el tercer sector), ya que la escuela y la universidad parece que no ha cumplido con su misión de educar, mucho más importante que la de enseñar” (sic).
Lo primero que se me ocurre al leer la columna de este profesor, es que echo en falta otro de los actores fundamentales en la educación de nuestra infancia y nuestra juventud: la familia, ese entorno en el que se forjan valores y principios, ese entorno que debería prestar atención a necesidades, poner límites, alinearse con los educadores en lugar de tenerlos, en algunos casos, como enemigos, ese entorno, al fin, que debe procurar calor, seguridad, cariño y educación.
La sociedad la componemos todos y los errores y aciertos, cada cual sabrá en que proporción le corresponden. Hablamos de unos ninis que parece que surjan de la nada cuando, la realidad es bien otra y, si bien es cierto que escuelas y universidades tienen parte de culpa, no lo es menos que nosotros, como padres, tenemos una gran responsabilidad al traer unos hijos al mundo.
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