jueves, 22 de septiembre de 2011

Saliendo de la tormenta


Una reunión ayer por la tarde cuyo tema principal eran los momentos que atravesamos, aciagos, lúgubres; pese a que el día era radiante, el cielo se oscureció con negros nubarrones hasta que, de pronto, una mirada perdida se tornó profunda, los ojos empezaron a brillar y apareció una sonrisa presagio de algo grande.

Esa persona empezó a desgranar su idea, loca al principio, sólida después, tanto por su reformulación como por las aportaciones de su compañero que empezó a salir, de forma acelerada, de ese estado catatónico que le atenazaba.

Había un torbellino de energía en esa sala, los matices sobre la idea se atropellaban por salir y la profunda escucha de uno y otro por captarlos, los enriquecían todavía más. Aquello no quedaría en el maravilloso pero estéril mundo de las ideas ya que el Plan de Acción empezaba a perfilarse sin recordar, tan siquiera, el motivo inicial de la reunión.

Las acciones se iniciaron de inmediato, una llamada, un correo electrónico, la consulta a alguna Base de Datos y alguna documentación hicieron que lo abstracto se tornara concreto, lo difuso tomara forma, lo incierto empezara a verse en el horizonte.

El sol había vuelto a brillar pese a las nubes en el cielo; los rayos habían encontrado los resquicios por los que aportar el calor y la luz necesarios para alumbrar la creatividad, la ilusión y la pasión de aquellos dos locos de la magia del desarrollo. No era una innovación partiendo de cero si no la variación de algo que será grande, muy grande, por su impacto, por su trascendencia de las propias personas que lo crearon y lo modifican.

Todo es posible cuando hay pasión e ilusión, la energía hace viable lo imposible, convierte en combustible la esperanza y realizable lo que, un día, no fue más que una loca idea.

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