jueves, 4 de noviembre de 2010

3ª etapa de mi camino de Santiago

Curioso proceso este del tránsito interior, tremendamente gestionado por terceros si así dejamos que lo hagan pero, no por decisión si no por dejación, por apatía y desidia, lo cual lo torna falso y cicatero, dándonos mensajes falsos desde nuestro interior, el cual no deja de emitir los mensajes que interesan a nuestro vasallaje.

Hoy el camino de introspección lo guío personalmente, sin injerencias no deseadas pero permitidas, lo cual es notablemente distinto. La ayuda de mi Coach me permite profundizar en senderos por los que habría pasado mirando sin ver.

Múltiples limitaciones impuestas por terceros, miedos absurdos y sin sentido como monstruos de siete cabezas que se disuelven en cuanto se abre una luz. Y esa luz me permite ver que no existen tales monstruos y que, lejos de ello, hay vastas posibilidades esperando a que salga a buscarlas, ávidas de ser encontradas por quien realmente quiera encontrarlas.

Así me encuentro hoy, pletórico, fuerte, decidido, con esa amalgama de colores ante mi, bien distinta de la paleta de grises que hasta no hace mucho desfilaban como única posibilidad “razonable”, aunque la duda es ¿razonable para quién?, porque está claro que no lo es para mí aunque lo sea para ti. Me doy cuenta de haber dejado que me hicieran débil con el halago de cartón, rodeándome solo de las posibilidades que convenían, pero es algo que yo permití y que ahora rechazo de plano.

Encuentro el reconocimiento, el verdadero, el que no tiene cartón, como encuentro la opinión generosa que, aunque escuece, fortalece y contribuye a mi crecimiento y aprendizaje. Y si el hoy es así, sonrío solo de pensar como será el mañana, permitiéndome soñar en mayúscula, construyendo una sólida Visión del futuro, ilusionante, retadora y ambiciosa.

Desde aquí, desde esta nueva óptica, no hay fronteras, no hay límites que no puedan traspasarse. La tan leída y escrita frase de “lo hicieron porque no sabían que era imposible”, toma una especial significación de certidumbre, de realidad en ciernes, lo cual no implica que sea fácil, que no existan obstáculos o que el desánimo no aparezca por la trastienda; aparecerá, de eso estoy seguro, como lo estoy de saber, entonces, amordazarlo, maniatarlo y dejarlo indefenso.

Solo yo decidiré a partir de ahora, asumiendo las consecuencias, pero sin dejar que visiones atormentadas de otros guíen de nuevo mis pasos.

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