miércoles, 13 de octubre de 2010

Resiliencia. Los mineros chilenos como ejemplo

Esta mañana, viendo las noticias de primera hora mientras hacía ejercicio, salía el tercero de los mineros chilenos; lo último que he oído, es que ya eran diez los que estaban a salvo.

No voy a entrar en que una situación particular de un grupo de hombres, pasó a convertirse en un problema nacional, en un asunto de estado lo cual ya es, por sí mismo, algo encomiable y digno de admiración, como país, como cultura y como seres humanos; no había norte, sur, este u oeste, no habían razas ni religiones, no habían distinciones, solo hombres con esa identidad común.

No ha trascendido lo que ha pasado en estos más de dos meses en el interior de la tierra; imagino situaciones de tensión, de soporte, de emoción contenida, de angustia, de pánico, de ilusión, …. A 700 metros bajo tierra, con toneladas y toneladas de terreno que les hubiera sepultado sin más, barriendo más de treinta vidas de un plumazo, con algunos de sus sueños aún por cumplir.

No puedo ni tan siquiera llegar a imaginar lo que han vivido esas personas, lo que han sentido; solo verlos, me ha causado una emoción brutal. He visto valor, he visto alegría en sus caras, pero también he visto la fuerza del que ha sabido resistir, del que ha tenido el valor de aguantar el infortunio, y ahí he visto resiliencia, capacidad de salir reforzados de una situación adversa.

Solo ellos sabrán lo que han vivido, pero intuyo generosidad, liderazgo, coraje y superación como ingredientes fundamentales. Y desde aquí me pregunto si tendremos derecho a quejarnos reiteradamente por nimiedades sin sentido, o lo más justo sería agradecer, cada mañana, abrir los ojos y comprobar que estamos vivos y que un nuevo día se muestra ante nosotros, en todo su esplendor, con todas las posibilidades intactas, como un regalo aún por abrir.

Solo una propuesta: sé capaz de encontrar, por lo menos, tres cosas maravillosas que te hayan pasado en el día de hoy, desde abrir los ojos a captar una sonrisa, como si de un niño de dos años, ávido de nuevas sensaciones, se tratara.

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